Crónicas de un encierro involuntario

lunes, 20 de abril de 2020

36. Crónicas de un encierro involuntario.

36.

Después de un mes puedo decir que una parte de mí no quiere que este aislamiento termine, esta crisis llegó a mi vida para que trabaje una de las cosas que más me ha costado siempre, el día a día, el tomarme el tiempo para cada cosa y disfrutar de lo que sea y sobre todo de la relación con mi hijo, para reírme a carcajadas con él, para jugar, para aprender y disfrutar de las rutinas, para verme en su reflejo y querer ser un poco mejor, para dejar de preocuparme y estresarme x todo.
La Vida me ha regalado el tiempo para trabajar esos temas pendientes para los que nunca "tenía tiempo", para observarme y conocerme, para limpiar esos rincones de mi casa y de mi vida que estaban acumulando tierra para comprobar cómo depende de mí que un día sea maravilloso o una mierda.

Otra crisis, otra oportunidad.

Tiempo de replantearnos todo, de volver a elegir caminos, de saber quiénes somos, de cambiar lo que no queremos ser, de crecer para adentro, de ser conscientes de que el único trabajo x hacer esta en nosotros mismos, minuto a minuto, en este eterno presente.
Cierro la ventana, miro hacia adentro, me veo, me duele, asusta, siento, respiro, me relajo, disfruto, tengo miedo y vuelvo a mirar a fuera, las calles vacías, un gato maullando incesantemente, ya no sé si es real o es mi mente gritando.
Momentos de plenitud, culpa, incertidumbre, presencia, felicidad, otra vez preocupación, información, más preocupación.

Desconecto y conecto con lo real, todo es una gran película, ya no se qué es real, la Matrix cayendo, duermo, como, pienso, me río, juego, lloro, quiero salir y no.
Tengo miedo, tengo esperanza, tengo insomnio y escribo.

Estoy viva, mí mente se va y vuelve, se distrae intenta escapar, me ralentizo, respiro.

Estoy, estoy, estoy...

Anahí

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