Cada día cuando me dirijo al gabinete y entro en el metro arrastrada por la marea humana adormecida, anestesiada por la rutina, los horarios y las prisas, observo con que sutilidad flota la velocidad agresiva en el ambiente.
Un mundo difuso y desbordado cada momento en contradicciones. Laterales vestidos de enormes publicidades con fotografías de viajes donde fundirte en relax para instantáneamente deslizarte entre sonoras escaleras mecánicas que enmudecen el silencio de cientos de seres.
Nos han enseñado un mundo de locura y velocidad y esa enseñanza que surge -automática- cada mañana, insensibiliza la mente adaptándola al estrés cotidiano. ¿Buena forma de comenzar un día, cualquier día?
Si hay un ejercicio a poner en práctica en un lugar como este, donde todos quieren llegar rápido y se respeta poco el ritmo pausado, ese, es el de cultivar la paciencia.
Paciencia ante el alboroto, el gentío, las prisas, los empujones, los egoísmos, las restricciones, los altercados o los apretones, los aromas particulares, las presiones, los intrusos, los pensamientos temerosos, los precios, los parones, las averías y los tacones, las músicas excesivas, los lamentos y quejas y comentarios variados de mentes ajenas...
La paciencia es el elemento poco elegido en la educación cuando lo que prima son los resultados inmediatos y la competencia.
¡Qué mejor momento -y ya desde el inicio del día- para practicar humildemente tan acertada virtud!
Paciencia como precursor de convivencia, para la elección de lo que es importante en la vida, para nutrir una actitud positiva interna ante la vida caótica del exterior; paciencia para la constancia, para la vivencia de la experiencia diaria, para elegir entre la telaraña de informaciones que contaminan con todo lo que puede parecer interesante; paciencia para ir a por tus objetivos reales, paciencia para respetar tu ritmo y tiempo para conseguirlos, paciencia para escuchar, para no juzgar, para perdonarte cada día en tus múltiples errores, paciencia para amarte y para amar...
Excelente trabajo el de intentar actuar contra corriente y devolver a la sociedad un reflejo de tí donde todo comienza y acaba sin perder tu equilibrio interior.
Fantástica reflexion...
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