¡Hola a todos! Hoy os dejo con un interesante artículo de Mila Cahué, colega del Gabinete www.alavareyes.com
En esta ocasión os invito a una reflexión sobre aquellos hábitos de nuestra infancia que dificultan las relaciones de pareja.
Lo que aprendemos cuando somos pequeños nos acompañará durante toda la vida, nos guste o no, a no ser que seamos conscientes de ello y cambiemos lo que nos hayamos dado cuenta que nos está causando más perjuicios que beneficios en nuestras relaciones afectivas.
Las carencias afectivas.
Cuando no hemos tenido a alguien cerca para acariciarnos y demostrarnos muestras de afecto regularmente, podemos buscar en una relación a alguien que esté todo el tiempo atento a nuestras necesidades, o podemos mostrarnos demasiado fríos o distantes.
Las exigencias irracionales. Si hemos crecido en un entorno en el que se nos ha consentido todo, pensamos que nuestra pareja tendrá que hacer lo mismo, y no nos damos cuenta de que nadie está obligado a darnos nada si no quiere y que el amor también hay que ganárselo.
Los complejos de inferioridad. Si no nos creemos que somos dignos de ser amados, por cualquier razón (porque no somos lo suficientemente guapos, lo suficientemente ricos, o lo suficientemente simpáticos o inteligentes) será difícil encontrar una pareja que nos respete y nos quiera tal como somos.
La sumisión. Muchas personas piensan que la única manera de mantener su relación es “decir que sí” a todo. Temen el enfrentamiento y piensan que van a ser abandonados si opinan de otra manera. La parte negativa es que, el día que estallan, es tanto lo que tienen acumulado que resulta totalmente desproporcionado al evento que les hace saltar y no se les toma en serio.
El perfeccionismo. La perfección llevada al ámbito de pareja es devastadora. Nadie es perfecto e intentar serlo también en este ámbito es una fuente de problemas, porque provocará el tener que estar continuamente disimulando, mintiendo o, lo que es peor, entrando en una dinámica de exigencias mutuas que resultan antagónicas para que una pareja funcione: confianza, aceptación y relativización.
La desconfianza. Resulta realmente incómodo estar con alguien que está siempre a la defensiva, que se toma cualquier comentario como una afrenta personal, y que atribuya cualquier pequeño incidente a una presunta mala intención por parte de su pareja. Desconfiar es la mejor manera de partir un corazón en pedazos.
La auto-Inmolación. Poner las necesidades de los demás siempre por delante de las propias produce un alto grado de resentimiento que, más tarde o más temprano, encontrará una forma de salida y no será la más adecuada precisamente. Hay que atender las necesidades propias, y las de la pareja. De una manera equilibrada y satisfactoria.
Aislamiento social. Por múltiples razones, en algunas familias no se acostumbra a socializar con el grupo, y esto hace que, cuando uno se hace adulto y quiere formar pareja, la primera dificultad en incorporarse a pertenecer a alguien la encuentran con la persona amada. Por lo general, siempre están mirando al único grupo de referencia que han tenido: su propia familia de origen y se sienten incapaces de crear su propio hogar.
Negligencia. Si en tu familia les daba igual que hicieses las cosas bien o mal, es importante que sepas que a tu pareja no tiene por qué parecerle lo mismo. Hacer las cosas mal o dejar de hacerlas significa el doble o el triple de esfuerzo, porque finalmente la vida nos dice que hay que hacerlas de la única manera posible: bien. Resulta muy cansino estar con alguien con quien cada pequeña situación se convierte en una montaña inexpugnable.
La mejor manera de construir relaciones adultas satisfactorias es dejar de ser niños insatisfechos.
Artículo: Mila Cahué
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