Hoy quiero escribir este post refiriéndome a todos nosotros. Si
Nosotros. No tú y yo sino tú, yo y el resto de personas que habita en este
planeta que nos alberga como Humanidad.
Parece que esa Humanidad está perdiendo sus sueños, sus ilusiones,
su crecimiento como proyecto colectivo. Esta Humanidad ha llegado a un estado
mental tal que, el sentimiento de desencanto y hartura, ha hecho mella generando un
estado de apatía global.
Teóricamente, se supone que lo lógico es que se diese una
situación completamente diferente. Justamente ahora, cuando disponemos de
mayores conocimientos, capacidades y nuevas herramientas tecnológicas que hacen posible
alcanzar objetivos de mayor dificultad, es cuando parece que esa ilusión común como
Humanidad va desvaneciéndose.
Y este estado mental pasivo e indiferente, como especie que somos,
contiene el germen de nuestra propia desaparición o, al menos, de nuestra esencia más profunda.
Psicológicamente nos vemos afectados en la actualidad por factores
como la saturación de información y las fantasías creadas, idealizadas y
mitificadas en exceso.
Con tanto bombardeo informativo, hemos llegado a perder nuestra
capacidad para asombrarnos. Poco hay que movilice sentimientos durante
demasiado tiempo, ni siquiera aquello que acontece como extraordinario. Y esta capacidad rasgada impide
generar sueños que tengan fines comunes.
Hay demasiada prisa por consumir los recursos, del tipo que sean. Hay prisa por extinguirnos...
Hay demasiada prisa por consumir los recursos, del tipo que sean. Hay prisa por extinguirnos...
Por otro lado, consumimos raciones de fantasía donde ya no hay
nada que crear. La imaginación se apaga cuando te lo dan todo hecho. Se anula
la capacidad creativa de soñar y fantasear por uno mismo, por lo que nuestra
mente ya no tiene tiempo ni necesidad de concebir nuevas realidades, de generar
nuevas alternativas y, nos aletargamos, sin generar fantasías propias (aquellas que no se queden en la utopía y construyan un yo/nosotros mejor).
Parece que solo nos queda la posibilidad de versionear lo
antiguo, repitiendo viejos modelos una y otra vez, o agradecer a la
omnipresente fantasía cinematográfica, pensada por otros, la posibilidad de
vivir espacios nuevos en HD y sonido surround, escapando de nuestra realidad
mucho menos encantadora.
La fantasía ya no crece en la mente de los niños y se convierte en producto de consumo rápido que los pequeños solo ven reflejados en
pantallas externas. La fantasía vive fuera de nuestra mente y se enciende y
apaga con solo darle a un botón.
¿Esta es la pérdida que nosotros como Humanidad proponemos para
nuestra especie,?Cuando, en realidad, la fantasía forma parte de nuestra
esencia como seres humanos.
Cuando se apaga la fantasía y se satura con decenas de juguetes, como forma de generar de nuevo la ilusión en los más pequeños, los padres no
entienden que el niño se aburra si tiene de todo.
Y, así, van creyendo los más pequeños que tener todo lo que se
puede desear genera un profundo desconcierto y frustración que acabará en algo
destructivo como una forma de expresar el propio hartazgo.
Porque lo esencialmente importante a la hora de jugar es la capacidad innata de soñar.
Porque lo esencialmente importante a la hora de jugar es la capacidad innata de soñar.
¿Estamos en peligro como colectivo? ¿Estamos hartos de nosotros mismos?
¿Qué podemos hacer para crear un futuro ilusionante donde no nos conformemos
con tener un montón de máquinas que lo hagan todo por nosotros? ¿Cuál va a ser
el sueño que propones como proyecto compartido por el cual valga la pena vivir
y luchar? ¿Qué crees que está en tu mano aportar como individuo por un bien común como Humanidad?
Por una nueva Humanidad...
Por una nueva Humanidad...
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