jueves, 2 de junio de 2016

¡LOS CELOS ME CORROEN!

Un montón de emociones se presentan a diario acompañando nuestras experiencias. Cada día puede aparecer la alegría, el cansancio, la apatía, la pereza, la pertenencia, la frustración, la tristeza y tantos otros matices que dan intensidad a nuestras vidas, sacándolas del plano neutral y anodino de la rutina existencial y ayudándonos a comprender -desde el mundo sensible- lo que de otro modo solo sería reconocido intelectualmente y, por tanto, perdería parte de su información.
Si esto ocurre a diario desde nuestra propia individualidad ¿cuántas otras emociones pueden ocurrinos cuando estamos en pareja? Hay una especialmente confusa... los celos. 
Unos creen que son el síntoma del amor verdadero y que si uno los siente es normal porque ama, incluso apropiado si estás en una relación. Según este grupo de personas, se comparte la creencia de amor asociado a sufrimiento y miedo a perder lo que se supone de uno (lo que aumenta previsiblemente la amenaza exterior). 
Otros, sin embargo, creen que los celos solo ponen de manifiesto una inseguridad personal que se  proyecta en la posibilidad de que la pareja decida excluirnos de su vida (dándose el capricho de coquetear con cualquiera, incluso jugar a seducir sin tapujos porque si estás celoso es que tú tienes un problema de autoestima que debes resolver, omitiendo la parte de empatía que le toca a cada cuál, cuando decide estar en pareja). 
Entre una y otra, se pueden sentir celos con una intensidad variable. ¿De qué crees que dependerá esta intensidad del veneno verde que son los celos? Ciertamente, los celos son una emoción aunque, ¿De qué depende que sean reacciones naturales a un estímulo o situación concreta o que se conviertan en patológicos y dañinos?
Cuando creemos que nuestra pareja -tomada esta como figura de apego- puede verse amenazada, sentimos celos.
El temor a la posible pérdida puede hacernos desconfiar de las intenciones de la otra persona y desmontar la seguridad psicológica que hasta el momento habíamos sentido dentro de la relación, hasta el punto de llegar a romper con la relación afectiva.
Que los celos sean naturales o se conviertan en una emoción tóxica dependerá de la intensidad de su vivencia y que sean consecuencia de alguna causa justificada o más bien distorsionada e injustificada.
Cuando una persona se considera celosa, exige fidelidad absoluta y eso puede llevar a que se distorsionen o malinterpreten situaciones de alegría, compañerismo o afinidad y cariño con otras personas. 
El celoso patológico siente que su pareja es su propiedad y en ningún caso puede implicarse con otras personas. Su pensamiento es rígido, extremista o sobregeneralizado y demanda conductas similares a la persona con quien ha decidio relacionarse afectivamente. No tiene en cuenta la prefencia o el deseo de estar con esa persona desde la libertad y sí desde la obligatoriedad que, evidentemente, el celoso impone como una necesidad a cubrir.
¿Cuál es el problema aquí? La falta de respeto a la preferencia o manera del otro de estar en la relación. Si no es a la forma del celoso, no habrá tolerancia a otra manera de gestionar o proceder. Para que se mantenga el modo en que se desea que el otro esté como pareja, la vigilancia a cualquier actitud, comportamiento o gesto que el otro realice, se magnificará, poniendo intención a cualquier movimiento inocente del otro, tratando de anticiparse a cualquier suceso que considere que le llevará a una situación insoportable.
Las creencias -aquel grupo de pensamientos irracionales que conforman bases de funcionamiento más sólidas, aunque no necesariamente constructivas- que una persona celosa al modo patológico suele presentar, son del tipo: "si mi pareja me deja, no podré soportarlo", "si me deja es una persona mala que no le importa cómo me siento", "a las personas malas hay que castigarlas (dándose derecho y justificando incluso actitudes violentas)". Pensar de este modo otorga derechos sobre los demás que no se tienen. Los propios deseos son la prioridad y deben llevarse a cabo, independientemente que le genere bienestar al otro y, evidentemente, esto es un grave error. Solo se percibe el propio deseo y el propio dolor. El sufrimiento de la otra persona, simplemente se omite, ya que está en la obligación de satisfacer las necesidades, sean las que sean, del celoso.
La persona que siente celos sabe que el otro es libre de dejar la relación porque si no actuará condicionado y manipulado por ese estado emocional y no porque libremente elige estar en pareja y eso puede llegar a aterrorizarle.
Otra creencia es la de: "Debes amarme como debe ser (que es a mi estilo, con todas sus variantes, y para nada tus maneras que son reprochables)".
Otra creencia de la persona celosa: "Debes amarme tanto como te amo yo (por eso debes hacer todo como lo haría yo y como lo haces tú no es válido)".
Seguimos anotando creencias que marcan la conducta del celoso: "Si no consigo que me quieras como quiero, es que yo no tengo valor para ser digno de recibir amor". Otra más: "La felicidad está en la pareja (por tanto tengo que cambiarte a mi manera para ser feliz)". Y por último: "Tienes que demostrame que me amas de verdad y en todo momento (por eso es lícito que me convierta en un policía contigo hasta que tengas que justificar y argumentar tus posibles fallos de memoria que, evidentemente, serán pruebas irrefutables de tu falta de amor y no podré soportarlo)".
Una persona que tiene un problema de celotipia buscará ávidamente las pruebas neuróticas del probable desliz sin tener en cuenta cualquier argumento racional que les transmiten las personas cercanas con las que se sinceran. Manifestará su miedo a la separación o al abandono persiguiendo al cónyugue, controlándole de forma desmedida u obligándole a actuar de determinado modo para comprobar su fidelidad. Su instinto posesivo se magnifica llegando a situaciones de agresividad.
El celoso malinterpreta lo ambiguo sin pararse a pensar en la cantidad de posibles explicaciones a una situación concreta. Bloquea su razón dejándose inundar por su emoción -descontrolada e intensa- que inhibe cualquier posibilidad de parar y pensar con calma ante lo que se está viendo. Los celos actúan como un filtro emocional que, una vez bajan de intensidad, permite observar que la situación no era acorde a la emoción experimentada. Los pensamientos disparan esa alarma emocional y si no paran, darán mayor ambigüedad a la situación. 
Hay indicadores que alertan sobre actitudes encubiertas de la persona celosa. Normalmente cree que eres tan simpática o tan ingenuo y buena gente que no te enteras de las intenciones de los demás y como hay una alta probabilidad de que caigas en engaño,s te alecciona sobre con quién debes ir y quién no es de fiar, qué lugares puedes frecuentar -encargándose de controlar tus movimientos de forma muy sutil pero constante- según qué tipo de gente va a hí, qué ropa es acorde ponerte, por qué no le gusta que salgas sola/o con tus amigos, solo quiere estar contigo el mayor tiempo posible a solas, te monta un pollo a la primera de cambios y sin motivo aparente para ti, interpreta todas tus acciones, deseos y pensamientos porque te conoce muy bien y mucho más que tu madre.
¿Pero qué le está pasando a esta persona encantadora y que se supone que te quiere tanto? 
El celoso desconfía y lo hace debido a su propia inseguridad. Una autoestima baja donde uno se siente poco merecedor de amor, hace que las amenazas de rechazo salten por doquier. Cuando teme perder al ser querido, ya no importa lo que asegure la pareja sobre sus sentimientos o las muestras afectivas que le profese por que el que tiene un ataque de celos, solo verá a través del filtro emocional de la desconfianza y el miedo y su único objetivo será comprobar que no es cierto por uno mismo. Así, que puedes encontrarte expuesto a un tercer grado y verte justificando- una y otra vez- por qué esa que pasaba por tu lado te ha sonreído. 
Ese temor a perder al ser querido hace que baje más la autoestima y otras personas atractivas pueden convertirse en verdaderas amenazas sin que la otra persona sea consciente de la situación. El celoso teme ser descubierto en su poca valía y ser sustituído sin ningún reparo.
Este perfil puede tener una parte modelada por la forma en que su familia haya vivido los afecto y los apegos. Si tampoco había seguridad en el amor que se profesaban sus padres, puede que experimente también los celos como una forma aprendida errónea de relacionarse afectivamente.
Otra circunstancia como que la persona haya sido traicionada en algún momento en el amor o que exista algún tipo de trastorno psicológico o sentir pánico ante la temida soledad, serían algunos elementos más que podrían aparecer en la pesona que recela de su pareja.
La persona celosa quiere amor y aprobación y reclama obsesivamente esta actitud de su pareja exigiéndole que sea de forma natural y constante (porque como no cubra sus deseos más internos, lo hace mal o no se entera de nada).
¿Cómo puede manejarse un ataque de celos? Dejar de pedir explicaciones por todo y dejar a los demás vivir. Las sospechas no tienen porqué ser realidades objetivas. Hablar de los sentimientos que se tienen cuando desconfía -sin pretender que el otro haga o deje de hacer algo para que se deje de sentir así-
Es responsabilidad del celoso manejar sus celos (así como sus alegrías, tristezas, frustraciones, vergüenzas, etc). Dejar de lado pensamientos destructivos que agraven el problema y aprender a pararlos y darles una estructura más sana, diferenciando lo que es objetivo de lo que es pura fantasía alimentada por la imaginación y sobre la que no se tiene la más mínima prueba ni evidencia palapable.
Intentar ser flexible como actitud ante la vida. Que la tolerancia sea parte de la forma en la que te enfrentas al día a día. Dejar espacio para que la pareja se mueva libremente sin ser el constante elemento de control con el que solo se consigue generar tensión y agobio. Dejar que tu pareja elija libremente estar a tu lado y asumir con dignidad que decida lo contrario. No es una posesión. Ser consciente de los miedos e inseguridades y resolverlo sin dramatismos. Dejar de echarle la responsabilidad al otro de tus emciones, por más que le amenaces, seguirás siendo tú quien afrontará el problema personal. Si es necesario, busca ayuda profesional y trabaja tu mundo interior de forma honesta y sincera. 
Y recuerda, los celos no son expresión de amor si no de falta de amor a tí mismo. Cuando tu pareja decide estar contigo es porque quiere y porque te quiere, aunque eso no significa que todo tenga que hacerlo a tu lado. Seguro que tiene inquietudes y entretenimientos diferentes a los tuyos y que es sano que los realice sin ti. ¿Por qué desconfías de alguien que sí confía en ti? Tiene el mismo derecho que tú a estar con otras personas y tener amigos y amigas a los que quiere, lo que le hace más libre para seguir a tu lado.
Si lo tuyo son los celos... relájate y saca tu mejor versión. 

"Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio".
Michel de Montaigne 
 

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