¡Cuántas veces oímos en la TV noticias sobre violencia de género!
La rabiosa actualidad...
Los malos tratos ya no es un tema tabú y por desgracia se da más habitualmente de lo que en realidad se muestra, porque hay muchas escalas y modos de maltrato y algunos son bastante menos evidentes que los físicos. Estos últimos se cobran muchas vidas de mujeres al año y tristemente sigue ocurriendo en nuestro mundo se supone civilizado.
Nos cuesta entender cómo alguien llega a soportar niveles tan altos de agresión. Nos confunde también el silencio ante su situación. Desconocemos el caudal del temor a pánico a que se incremente la agresión y sufrir un castigo aún mayor de salir a la luz.
Esta situación no ocurre de un día para otro y el maltrato no tiene porqué iniciarse con agresiones o palizas sino de un modo más sutil y perverso.
El maltrato psicológico que pretende minimizar la autoestima, debilitar las decisiones y acabar aislando a la víctima hasta que, en el momento de la agresión, pueda sentirse tan culpable que lo crea incluso merecido y que debe apresurarse en subsanar sus errores para que la relación funcione.
¿Tienes hijas y has temido por ellas en alguna situación?
El maltrato físico es patente. Cuando ocurre hay una serie de agresiones con dolor corporal. Pero ¿cómo identificar el maltrato psicológico?
- El control y acoso. Más una actitud de posesión que de amor hacia la pareja.
- Los celos infundados y acusadores.
- El aislamiento de familia y amigos.
- Insultos, ofensas, humillaciones y faltas de respeto -también en público- aunque no habitualmente.
- Muestras de agresividad contra objetos incluso los que más ame la víctima.
- Culpar sistemáticamnete de todo lo negativo para permitirse perder el control.
- Amenazar y chantajear.
- El machismo en el trato, en los comentarios, en el humor...
- Potenciar la dependencia económica de la víctima, queriendo tener hijos pronto, animándola a que deje el trabajo porque no hace falta y favoreciendo que pueda dedicarse a otras cosas...
Muchas veces el maltrato psicológico es precursor de la probabilidad de que aparezca el físico. Es muy dañino y de pésimas consecuencias porque acaba anulando la voluntad de la persona. Magnifica el temor y la incapacidad de independencia.
Sentimientos como dejar de sentirse merecedora, de incapacidad, culpabilidad, de sentirse mala persona, de inadecuación, tristeza, ansiedad, soledad, indefensión... son habituales cuando se ha instalado el proceso.
La autoestima se devalua tanto que la persona pierde cualquier posibilidad de una crítica constructiva que le motive a salir de la situación. La debilidad frente a la situación es absoluta. Se crea una dependencia que se magnifica por el miedo.
Aunque sabemos que el miedo es una emoción de alerta, que puede ayudar en algún momento, cuando se cronifica en el tiempo, distorsiona la realidad de lo que se percibe haciéndolo imposible de superar y menguando nuestras capacidades de decisión y afrontamiento.
¿Has oido alguna vez esa historia sobre el elefante que de pequeño es atado con una cadena a un árbol? Aunque hace esfuerzos, no se puede soltar. Y cuando crece sigue atado a la misma cadena y al mismo árbol aunque su tamaño es enorme y sigue creyendo que nada puede hacer por salir de su prisión. Con un movimiento de su pata, con una ligera envestida podría cambiar su situación, pero ya su creencia se ha instalado y no ve solución. Desconfía de su fortaleza porque en algún momento no le sirvió. Ante la indefensión, deja de intentarlo y cree que esa es su realidad. Nada más lejos de su verdad.
Así ocurre con muchas de estas personas, llegadas a ese punto en sus vidas, donde se ha instaurado el círculo de la violencia, es decir, donde la víctima cree en el arrepentimiento sincero del agresor tras la agresión y es colmada de atenciones hasta lapróxima vez en que se genere de nuevo tensión y estalle. La consecuencia es que acaba creyéndose la generadora de esa falta de control del otro en su mal humor, cuando la realidad es que solo cada uno es dueño y responsable de su autocontrol amocional y conductual.
Así que, es el momento de vencer el miedo. Ya no hay marcha atrás. Solo hay que armarse de valor para escapar de la situación opresora. Si la víctima deja de serlo, poco se alimentará de ella el verdugo.
Y ciertamente... la historia no acaba aquí, porque tiene que seguir manteniendo esa fuerza una vez decide separarse de esta relación. De ahí la necesidad de que haya disponibilidad a nivel legal para facilitar este proceso que el maltratador deseará rebocar como sea. Se prefiere destruir a dejar ir.
La mejor prevención es educar a tus hijas e hijos en el respeto, en la empatía y en la inteligencia emocional para crear una fuerte autoestima y valorarse por sí mismos.
A más fortalezas en esta dirección, menos probable es la permisividad, la pasividad ante la humillación o el control de otros.
Enamorarse no es permitir absolutamente todo y cuanto más te hayas entrenado en respetarte más exigirás el respeto de los otros, incluída tu pareja afctiva. El amor no es posesión, es una elección constructiva que no va en pro solo de nuestros intereses si no que se orienta en objetivos y proyectos comunes.
Si crees que puedes estar en un caso similar, pierde al miedo y busca ayuda.
Hoy existen muchas organizaciones, asociaciones de mujeres maltratadas y centros donde puedes buscar información.
Cuéntaselo a alguien de tu confianza y ábrete. Igual esa persona te ayuda a ver la realidad con los ojos abiertos y te da su apoyo para iniciar el movimiento de cambio.
No hay nada vergonzoso en ello y te puede enfocar a construirte una vida mejor.
"Las cadenas y los muros del hogar no se ven con claridad, son casi siempre invisibles, aunque no menos reales o insuperables"
Luís Rojas Marcos
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