Yo nací hace muchos, muchos, muchísimos años, en un lugar oscuro, desolador y plagado de desgracias.
Me dijeron que no me preocupara porque era especial, porque estaba en todo el mundo y en todos los sitios a la vez.
Yo me lo creí.
Creí que era realmente especial porque abría mis manos y esparcía ese polvo mágico e invisible, pero que penetraba en todos esos lugares y almas, apoderándome de ellas.
Creí que era realmente especial porque abría mis manos y esparcía ese polvo mágico e invisible, pero que penetraba en todos esos lugares y almas, apoderándome de ellas.
A veces, por sorpresa.
Otras, con una sutil y delicada fineza que, cuando acordaban el dolor y la soledad ser sus compañeros, formaba yo, así, también parte de sus vidas.
Otras, con una sutil y delicada fineza que, cuando acordaban el dolor y la soledad ser sus compañeros, formaba yo, así, también parte de sus vidas.
De esta forma fui creciendo hasta convertirme en un gigante, invencible, horrible y temible que, por donde mi polvito caía, sembraba amargura y desesperación.
¿Cómo buscar un nombre apropiado para llamar a tal fin? ¿Para este gigante tan ruin y despiadado que no tiene miramientos con ni para nadie?
¿Con qué nombre podemos llamar al dolor, a la angustia? ¿Con qué nombre podemos llamar a aquello que nos destruye y no nos deja vivir?
No podría ser otro que, Tristeza.
Sí, yo soy la señora Tristeza. Ese gigante odiado y temido por todos.
Esta sería una de tantas miles de definiciones que podrían escribirse sobre mi, pero lo que no sabéis es que vosotros... sí, vosotros... sois los primeros que me habéis creado. Y me habéis hecho tan grande, hasta que habéis llegado a convertirme en ese gigante grotesco y despreciable al que llamáis Tristeza.
No seáis lelos. No podéis escapar de mi.
Vuestras arrogancias, envidias y deseos de poder, provocan muertes y desalientos. Vuestras injusticias me alimentan y me engrandecen, cada vez más.
Realmente ¿tengo yo la culpa de esto?
Vuestras arrogancias, envidias y deseos de poder, provocan muertes y desalientos. Vuestras injusticias me alimentan y me engrandecen, cada vez más.
Realmente ¿tengo yo la culpa de esto?
¿Os habéis parado a pensar qué sería o cómo sería vuestro mundo sin mi?
¿De qué os daríais cuenta, si yo ese gigante horrible llamado Tristeza no existiera?
¿Sería todo tan perfecto y tan bonito, con la felicidad resonando por todas partes?
¿Os daríais cuenta de todas las injusticias que cometéis o enmendaríais vuestros errores?
¿Cómo lo cambiaríais si no sois conscientes y no os duele aquello que queréis cambiar?
A veces, nos buscamos aliados peligrosos. Pero el mío es maravilloso. Mejor dicho, es maravillosa... ese otro gigante como yo llamado, Alegría.
Sí. Somos aliados y nos necesitamos mutuamente. Ella no está si yo no estoy presente.
Lo mismo que se necesitan la luna y el sol... la vida y la muerte.
Lo mismo que se necesitan la luna y el sol... la vida y la muerte.
Carmen
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