martes, 17 de abril de 2012

CÓMO ENFRENTAR UNA INFIDELIDAD

  
 La infidelidad es una prueba de fuego que rompe parejas en las que falta amor y refuerza a aquellas que realmente se aman.
   Existe el mito de que el hombre tiende más a ser infiel que la mujer, porque tiene una mayor necesidad sexual pero un argumento biológico agrava la conducta y refuerza el machismo. 
   Hoy en día la situación social está cambiando y lo que antes era "tolerado" en el hombre empieza a ser "tolerado" en la mujer. Parece ser que con mucha frecuencia, ambos se han decidio a buscar fuera lo que por algún motivo no se encuentra en la pareja. 
   El conflicto a afrontar aparece cuando la pareja descubre la infidelidad o uno mismo la confiesa. El efecto dependerá de cómo afronta cada persona las dificultades emocionales, aunque, en general, la experiencia es devastadora y se sufre un choque emocional muy fuerte que se vive con mucho dolor.
   El sentimiento de sentirse traicionado destruye la confianza y la seguridad que se sentía hacia la pareja, mengua su autoestima y genera reacciones muy diferenciadas que oscilan desde la indiferencia hasta la ira más potente.
   La traición genera a nivel psicológico, un aumento de los sentimientos de  tristeza, de  hostilidad, de  inseguridad personal, genera desconfianza y mucha ansiedad que hace que el traicionado busque en cualquier sitio comprobaciones de la infidelidad finalizada, hace que el traicionado se compare constantemente con el supuesto amante en detrimento de su propia valía, puede generar actos violentos o de control del otro o de despecho -incluso una infidelidad por el traicionado- o una búsqueda activa de esa otra persona que, desde la experiencia sentida, le ha provocado un desequilibrio emocional muy difícil de superar.
   Cuando esto ocurre la consecuencia más frecuente es la separación o el alejamiento de la pareja. A veces se perdona pero no se olvida y la relación se enfría.

¿Qué hacer ante una infidelidad?



Lo primero que hay que tener claro es si existen soluciones posibles para afrontar  la situación y superar la crisis, teniendo en cuenta que hay que estar dispuesto a:

- Comunicarse abiertamente con la pareja. Aquí hay que valorar si se cuenta o no la infidelidad.  La primera pregunta que debe hacerse  es: ¿qué se espera lograr con la confesión?
Muchas parejas vuelan por los aires no por el descubrimiento de un affaire sino por ocultarlo. Cuando se mantiene en secreto tal affaire, se traiciona la intimidad de la pareja que tiende a derretirse por dentro y, después de otros affaires, finalmente se desmorona.
"Confesar no es una buena idea, sobre todo si el romance duró muy poco o pasó hace mucho". Esa confesión sólo serviría para aliviar la conciencia de la manera más fácil -sin pensar en lo que se hace y sus consecuencias, sin evaluar por qué se hizo lo que se hizo y cuál es el mejor camino a tomar-, mientras que la pareja se quedará con ese dolor para siempre y ahí sí que empiezan los verdaderos problemas.
- Analizar los motivos por los que se puede sentir infelicidad en la relación.
- Abandonar el papel de víctima y asumir con responsabilidad el porcentaje de responsabilidad que corresponda.
- Reflexionar en aquellas razones de la relación (amor, confianza, estabilidad) que todavía siguen siendo válidas y valorar hasta qué punto por un affaire transitorio es mejor echar a perder lo conseguido a lo largo del tiempo en la relación.


   Una infidelidad suele ser un intento disfuncional para estabilizar la pareja y confesarlo puede favorecer la posibilidad de arreglar los problemas y forzar cambios positivos. Desde luego, confesar presenta riesgos. Pero también los presenta guardar el secreto.
   Si se engañó por amor - si se está comprometido en una relación extramatrimonial apasionada, que no tiene fin a la vista y que parece más fuerte que la oficial - resulta bastante improbable que el matrimonio o el noviazgo puedan sobrevivir.

   Sin embargo, debemos estar conscientes que para que se de la ruptura de una relación, no es necesaria la existencia de un amante, sino que es suficiente con perder cosas tan valiosas como el placer de estar juntos, el calor emotivo, la intensidad de la complicidad y el compromiso con el otro, la satisfacción sexual o la comunicación.

2 comentarios:

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