HABLAR EN PÚBLICO
Te encuentras en la oficina trabajando como siempre y de repente suena el teléfono. Es tu jefe, un poco alterado y nervioso te dice: “Necesito que haga una presentación sobre el nuevo producto que vamos a lanzar al mercado, y el único capacitado para hacerla es usted”. Cuelgas el teléfono y un mundo de sensaciones comienza a invadirte.
Por una lado aparece el orgullo, “eres el único que está capacitado para representar a la empresa”, te dices. Pero por otro lado aparece un pánico total por son saber cómo hacer esa presentación. Piensas en el gran auditorio del salón de actos de la empresa, en el que caben cientos de personas, te imaginas todos esos ojos pendientes de ti y de lo que haces o dices,…tragas saliva…cuanto más te imaginas la situación, más nervioso te pones. Te entran los calores, empiezas a sudar, a respirar más rápido, sientes un nudo en el estómago… Y piensas: “Y si ahora que estoy en mi mesa tranquilo me encuentro así, el día de la presentación, estaré como un flan!!! No puede ser, no voy a poder hacerlo, me temblará la voz, me voy a poner muy colorado, seguro que me voy a equivocar, mi jefe espera demasiado de mí, no sé si seré capaz…”.
¿Alguna vez te has encontrado en esa situación?
Seguro que sí. Somos seres sociales y por ello estamos expuestos a situaciones en las que tenemos que hablar en público de una manera u otra. Por ejemplo:
Seguro que sí. Somos seres sociales y por ello estamos expuestos a situaciones en las que tenemos que hablar en público de una manera u otra. Por ejemplo:
- Dar una charla en el trabajo.
- Pronunciar un discurso en una boda.
- Hacer un examen oral.
- Exponer un trabajo en clase.
- Hablar en una reunión de vecinos.
- Entrevistas de trabajo.
- …
No te preocupes. Desde PsicoPhi te proponemos unos consejos para que ese miedo desaparezca.
Para ser sinceros, no hay mejor manera de vencer el temor que estar bien preparados para lo que vamos a decir. Esto es como todo en la vida, cuanto mejor preparado estás sobre un tema y menos dudas tengas, más probabilidades de no cometer errores y enfrentarte a la situación sin sufrir un ataque de pánico. Quizás suene obvio, pero la mayoría de los oradores que tienen dificultades para hablar en público, no tienen una idea clara de lo que intentan transmitir. Así que la regla más importante para hablar en público, entonces, es saber muy bien de qué se está hablando.
También hay que prestar atención a la parte emocional. Es importante que estés relajado. Descargar tensiones te ayudará a que tus palabras salgan de manera fluida frente a la audiencia.
Todo el mundo siente cierto miedo escénico antes de salir. Lo importante es saber lo que estás sintiendo y poder manejarlo. Acepta la sensación de miedo (ni la niegues, ni la ignores), pero no te preocupes por tenerla. Cuando veas que aparecen los nervios, reformula lo que sientes. No es algo malo, sólo es el momento de de aceleración del motor antes de que se abra el semáforo en una carrera de motos por ejemplo.
Trata de liberar ese exceso de tensión dando pequeños saltitos, o sacudiendo las maños y los pies. O apretando los puños muy fuerte y descomprimiéndolos repetidamente. Respira profundamente y haz sonido con la voz, para calentar tu garganta. También puedes imaginar un lugar ideal, y sentir la sensación de seguridad que este sitio e proporciona. Todas estas estrategias harán que tu nivel de excitación y tensión disminuyan.
Ahora, por el lado de lo psicológico, una estrategia que puede resultar especialmente útil (y dejando de lado el de imaginarse a la audiencia desnuda) es pretender que uno se encuentre solo, en frente de un espejo, sin público, simplemente haciendo un ensayo de lo que se va a decir.
Una manera eficaz de quitarse de encima esa sensación de miedo escénico antes de salir a dar una presentación es la visualización. Mucha gente no sabe en qué consiste. Es una estrategia muy potente:
Recuerda un acontecimiento del pasado que te cause emociones positivas. Por ejemplo, cuando te enamoraste por primera vez, el nacimiento de tu hijo, un ascenso en el trabajo, o cualquier otro hecho que te cause placer. Trata de acordarte de todo lo que puedas de ese momento, ya sea los recuerdos visuales, auditivos, sentimientos físicos, etc.
Seguramente te sentirás mejor antes de salir “a escena”, y todo con un simple proceso de recuerdo.
La visualización se puede utilizar tanto para lograr un alto grado de concentración como para cambiar el estado mental y anímico ante una situación determinada. La visualización efectiva no es más que una manera de convencer al cerebro que algo imaginado es real. Cuanto más vívidos sean nuestros recuerdos más plenos nos sentiremos.
La visualización se puede utilizar tanto para lograr un alto grado de concentración como para cambiar el estado mental y anímico ante una situación determinada. La visualización efectiva no es más que una manera de convencer al cerebro que algo imaginado es real. Cuanto más vívidos sean nuestros recuerdos más plenos nos sentiremos.
Notarás como mejorará tu autoestima y tu seguridad a la hora de hacer una presentación.
Aunque parezca una tontería (muchos piensan así al leer esto por primera vez) o te sientas extraño al comenzar a realizarla, a medida que la practiques con regularidad te sorprenderás por el grado de confianza en ti mismo que te permitirá lograr esta técnica.
Una manera efectiva aumentar el poder de este ejercicio, es familiarizarse con el lugar donde vas a hablar. No siempre es posible lograr esto pero si tienes la posibilidad de conocer el lugar donde vas a hacer tu presentación, no lo dudes y conocelo previamente. Camina por el lugar, fíjate cuantas sillas tiene, haz lo que sea necesario para que tu visualización sea más completa aún.
Algo que tienes que tener claro, es que el público es tu amigo.
La audiencia estará allí generalmente porque tendrá interés en lo que dices, y querrá oír todo lo que expreses. Por eso, querrá que lo hagas bien. No pienses en una audiencia como algún tipo de bloque hostil sin humanidad, piensa en ella simplemente como lo que son: un grupo de personas como tú.
Intenta hacer un contacto visual con una persona a la vez, hablándole personalmente a ella, sin pensar en ese momento en los demás. Trata, si la situación lo permite, de incluir y hacer participar a tu audiencia para utilizar sus respuestas como guía en tu discurso.
Nadie se ha muerto por hablar en público. ¿Alguna vez has escuchado que alguien en una charla ha vomitado, ha perdido los pantalones, se le ha olvidado su nombre o se ha quedado mudo? Estas son cosas que se fantasean, pero en realidad es sólo eso, miedo.
Hablar en público no es una ciencia de expertos, ni un don de unos pocos. Si sigues estos puntos, con práctica, y empezando a desterrar los temores, verás que será muy fácil, y que el público al que le hables te ayudará y te dará confianza. Desde PsicoPhi te animamos en ese proceso. Si quisieras profundizar en algún tema o aprender a manejar de una manera más exhaustiva tus temores, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Te ayudaremos a hacer posible lo que crees imposible.
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