¡Hola a todos!
Hoy os dejo un artículo publicado ayer, día 30 de julio de 2013, en el que he colaborado. Hablamos sobre sexualidad y tercera edad. ¿Crees que un prejubilado con 55 años en adelante, hasta la edad de jubilación y más allá y solo por el hecho de la edad ha de renunciar al placer? Se expone la sexualidad como un derecho y una capacidad intrínseca al ser humano desde el momento de su nacimiento hasta su muerte. En este caso solo hay que adaptar las artes amatorias a la realidad y disfrutar del sexo y de la vida, mucho, mucho, mucho...
MAYORES / MAYORES
Jubilados sí, pero no del sexo
Día 30/07/2013 - 08.12h
Las personas mayores sienten placer igual que las jóvenes, según los expertos
«En el subconsciente colectivo parece seguir instaurada la idea de que el sexo está reservado a cuerpos sanos, jóvenes... y hasta atractivos. Y que cuando se rebasa cierta edad, parece que uno tenga que renunciar al sexo», asegura José Bustamante, secretario general de la Asociación de Especialistas en Sexología y autor del manual sobre el deseo y la sexualidad masculina «En qué piensan los hombres» (Editorial Paidós). Nada más lejos de la realidad. «Desde que nacemos hasta que morimos ambos, mujeres y hombres, tenemos capacidad de sentir placer», afirma tajante la especialista en sexología y psicoterapia integradora Rosa Collado, del Centro de Psicología Álava Reyes.
Es verdad, matiza, que «es más visible durante la adolescencia, cuando la hormona está disparada, y durante la vida del adulto joven. A partir de cierta edad, parece que la sexualidad no existe a nivel social». Hoy por hoy lo único que parece aceptado, prosigue esta experta, es la vida sexual del adulto joven. «Ése que se come el mundo, con sus proyectos vitales, con necesidades y deseos a cubrir, con una actividad sexual propia de su frescura y sus posibilidades. En general, se cree que una vez pasada esta etapa, que se han tenido los hijos y estos ya han crecido, la parte sexual pierde su objetivo, el deseo se apaga y ya no es necesario. Y para nada».
Lo que en realidad ocurre es que, asegura Collado, el deseo cambia con el tiempo y la edad puede mitigar un poco la intensidad o la frecuencia sexual, pero no la capacidad de sentir placer. «Es más, se puede continuar siendo una pareja sexual cómplice», sentencia. De hecho, para el prestigioso psiquiatra de Familia y profesor titular de Psicología de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona, Paulino Castells, «a menudo con la edad, la sexualidad puede ser incluso más bella, durar más, y ser más erótica. Solemos ser más lentos en el juego amoroso, prodigamos abundantes gestos afectuosos, acariciamos más al otro... y todo eso puede llevar a un placer más íntimo y satisfactorio».
La importancia de la deriva del tiempo
Lo que es incontestable es que, en el momento en que el adulto se convierte en adulto de la tercera edad, la experiencia de su sexualidad cambia. Para bien o para mal. Depende mucho de lo experimentado con anterioridad. «Puede que se favorezca porque la experiencia les haya llevado a romper con mitos o miedos, haya bajado la presión laboral, o estén jubilados y dispongan de más tiempo. Que las necesidades familiares hayan cambiado y exista más autonomía e independencia en la casa familiar, busquen más activamente nuevas experiencias, se permitan curiosear sin presionarse y disfruten del momento sin temor a engendrar», apunta Collado. Por el contrario, también puede darse el caso de que «la misma edad, determinadas enfermedades o achaques, la falta de una vida sexual activa durante su etapa adulta, la falta de experiencias placenteras anteriores a nivel sexual o verdaderos conflictos y discusiones frecuentes se conviertan en la excusa perfecta para evitar situaciones placenteras», añade esta especialista en sexología.
Problemas inherentes a la edad
Si todavía existe la pareja, hay algo en lo que todos los expertos coinciden. Y es que es los amantes veteranos deben tratar de adecuar su sexualidad a sus actuales posibilidades reales. Y, ¿en qué consiste esa adecuación? «Con la edad —explica Collado, delCentro de Psicología Álava Reyes—, pueden verse reducidas las hormonas que permiten una adecuada respuesta sexual. Este hecho influye directamente en la percepción subjetiva del deseo y, objetivamente, en la práctica de relaciones íntimas. A esto se unen otra serie de problemas que podemos encontrarnos con los años, como son un deseo sexual inhibido en ambos sexos, pérdida de erección en el hombre, y de elasticidad y lubricación (que genera dolor) en la mujer, orgasmos que tardan más en llegar, u orgamos breves o inexistentes».
Pero los cambios biológicos no conllevan a una pérdida de placer cuando sabemos adaptarnos a ellos y aprendemos a vivirlos de forma natural y positiva, asevera Bustamante, quien propone numerosas «armas» para combatir la parte física: El uso de lubricantes, la práctica de ejercicios pélvicos para fortalecer la musculatura interna de la vagina o los tratamientos hormonales son algunas de las recomendaciones que hace este experto en sexualidad a las mujeres. En cuanto a los hombres, este psicólogo hace hincapié en los problemas que tienen que ver con la ampliación del periodo refractario o los problemas de erección. «La farmacología e incluso la cirugía pueden resultar en algunos casos, pero a ellos les diría que el sexo es mucho más que la penetración, y que podemos transmitir lo que sentimos sin la necesidad del coito. Tenemos más de dos metros cuadrados de piel, y toda ella es potencialmente erógena», asegura.
Calidad, antes que cantidad
Lo ideal es que ante todos estos cambios físicos, prosigue Collado, uno se adapte mejorando la calidad, más que la cantidad de las relaciones sexuales. ¿Cómo? «La calidad se mejora aumentando la comunicación a través de los sentidos: un espacio de caricias más largo, sin prisas, genera un preámbulo amoroso que magnifica la experiencia erótica, más susurros, palabras bonitas, más espacios de intimidad, más creatividad y curiosidad por otras prácticas diferentes a lo puramente genital... y cuando hay estimulación genital, que no se busque exclusivamente la penetración o coito y sí la búsqueda de placer en toda la experiencia, diciéndole al otro lo que le agrada, lo que le incomoda, y lo que desea que ocurra, siendo un modelo cálido para expresar las necesidades y aprender a satisfacer las del otro», expone Collado.
En definitiva, prosigue Castells, «lo más conveniente es realizar un enfoque de las relaciones sexuales algo distinto a como se practicaban antes». «El hombre está habituado a tener un placer sexual más rápido y más dirigido a los órganos genitales, mientras que la mujer se ve envuelta en el placer sexual de una forma más lenta, pero también más duradera», distingue. Hay que procurar que los miembros de la pareja, con el paso del tiempo, propone este doctor en Medicina, «se habitúen a una forma de hacer el amor más pausada». El objetivo, indica Castells, «será lograr el placer a partir de caricias sensuales destinadas a estimular las zonas corporales sexualmente más sensibles intercambiando estímulos afectivos y emocionales cuya finalidad no es necesariamente el coito. Descubrir esa forma de amor lento puede originar un gran placer». La adecuación, resume el autor de«Queridos abuelos» (Booket 2013), «consiste en que los dos, con amor y cariño, pongan más imaginación, con menos inquietud de consumar el acto en sí mismo —pues, ciertamente, éste se va a efectuar con menor frecuencia— y más ilusión en las caricias y los juegos amorosos». «Con ilusión y con serenidad encontraremos la solución a esta situación», añade.
Comunicación, la llave del éxito
En cualquier caso, la comunicación reaparece insistentemente en las respuestas de los expertos como fundamental. «Una comunicación clara y cálida es un buen aliado de la sexualidad. De esta forma, cada uno va a ser responsable de su propio placer, y puede tener un comportamiento muy activo en la búsqueda del mismo sin dejar que la presión caiga sobre uno de los miembros de la pareja. Ayuda a romper tabús, y a disfrutar del momento de intimidad siendo flexibles e introduciendo cambios que rompan con la rutina o añadan elementos que den un tono más novedoso a esa intimidad, sobre todo si es una pareja de larga duración», remarca Collado. Lo corrobora Miguel Casas, director del Instituto Madrid Sexología(www.sexologomadrid.com), para quien la mejor manera de mantener una vida sexual activa pasa por no dejar que la rutina se apodere de esta parte de la comunicación de la pareja. «Nosotros aconsejamos a las parejas que la comunicación sexual debe formar parte de la comunicación diaria que tiene una pareja. Un comentario, una broma con contenido sexual irónico o erótico ayudarán a mantener esta parte de la pareja activa y que no pierda protagonismo».
Fin a los tabúes que rodean al sexo en la tercera edad
Aún así... la sociedad se suele mostrar mojigata y pusilánime cuando llega el momento de hablar de la sexualidad en las personas mayores. «Es la inercia que llevamos desde hace tiempo, cuando se pensaba que el amor en la vejez era algo censurable, pernicioso, vergonzoso y ridículo. Ha habido un cliché muy negativo respecto al amor en la vez que se ha mantenido durante muchos años: "Turpe seniles amor", sentenciaba ya el clásico Ovidio», recuerda Castells. De hecho, prosigue este psiquiatra de familia, «pobre del anciano al que se le pille mirando con deleite un cuerpo escultural... Como mínimo se oirá un "¡Viejo verde!". Del mismo modo que se piensa que las mujeres mayores han renunciado a la sexualidad. De esto, ni una palabra. Como si, después de la menopausia, ellas perdieran el deseo y ya no fueran deseables. ¡Que gran equivocación y cuando hay que trabajar al respecto!», se lamenta.
Consejos para mejorar las aptitudes sexuales
La sexualidad es salud, dicen los expertos. ¿Por qué? La sexualidad mejora la salud porque es una fuente de autoestima, nos mantiene en forma y mejora nuestro estado de ánimo. Una vida sana, con una equilibrada alimentación, algo de ejercicio físico suave, cuidados personales y de higiene diaria, un buen autoconocimiento físico, y la inclusión del juego y del sentido del humor en la práctica sexual le quitarán un poco de hierro a la falta de vigor que puede generarse a los veinte años. Pero sobre todo, concluye Rosa Collado, experta del Centro de Psicología Álava Reyes, «la capacidad mental de fantasear, de proponer cosas nuevas, de permitirse el placer propio y el del otro —sin tensión por el resultado—, y de enfocarse en una nueva forma de comunicarse donde el placer no está al final, sino a lo largo de todo el recorrido».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres dejar aquí tu opinión?