Me recuerdo días y días
decidiendo a quién recurrir para que me ayudara. Estaba tan mal que sabía que
por mucho que le contara a alguna amiga cómo me sentía, sabía que necesitaba la
ayuda profesional de alguien, pero ¿de quién?
Pensé en Mª Jesús Álava. Hacía varios años que de vez en cuando la oía
en la radio y le envié un correo electrónico para que me recomendara algún
libro para padres en relación a cómo empezar a hablar sobre sexualidad con los
hijos, el mío era aún pequeño pero quería leer algo sobre eso. Me contestó
rápidamente recomendándome un par de libros.
Así que una tarde decidí buscar
en internet su nombre y apareció el
Gabinete de Mª Jesús Álava y llamé. Dejé mi nombre y mi teléfono y al día
siguiente me llamó personalmente Mª Jesús y ahí empecé a sentirme “querida”,
después de hacerme algunas preguntas me dijo que Rosa Collado me atendería.
Puede parecer una tontería pero para mí esa llamada, su voz tranquilizadora,
fue muy importante.
Y llegó la primera sesión.
Importantísima para mí también. Me senté en la sala de espera, muy nerviosa
y
ver a Rosa venir a recibirme, abrazarme y sentir tanto cariño ya hizo que me
tranquilizara y me dijera a mi misma que había hecho bien. Estaba tan mal, no
sabía qué quería hacer con mi vida o si lo sabía pero me daba tanto miedo tomar
decisiones…. Sólo recuerdo que lloré mucho y a Rosa, hablándome, tranquilizándome,
dejándome llorar, animándome, en silencio….. La sesión se me hizo cortísima.
Llevaba más de 20 años con mi
marido en aquel momento. Un hijo de 15 años, muchos momentos buenos y otros
muchos malos y una separación de 9 meses. Tras esa separación temporal y una
vuelta a casa sin condiciones por mi parte, nada volvió a ser como antes y la
convivencia cada día era peor.
Ya no sabía quién era yo, por quién
hacía las cosas, quien decidía por mí, pero si sabía que no me sentía querida,
que era muy infeliz y no quería eso ni para él, ni para mí ni para nuestro hijo.
Rosa me ayudó a decidir qué
camino quería seguir y ella estaría a mi lado apoyándome, tomara la decisión
que tomara. Y decidí que quería separarme.
Esta decisión no fue fácil
tomarla, aunque lo difícil vino después. Rosa me ayudó a darme cuenta de mi
responsabilidad en todo aquello que ocurría en mi vida, que no sirve decir lo
mal que lo hacen los demás, o lo que me hacen los demás, yo también “me hago”.
Descubrí con mucho dolor que si seguía así lo que albergaría sería rencor y el
día que me di cuenta de eso, en casa, lloré muchísimo. Me descubrió que yo puedo cambiar mi vida
desde dentro de mí, que la vida tiene cosas buenas, malas, regulares, pero que
así es y que tengo recursos para poder gestionar mejor las cosas para que no me
duelan. Al menos esto es lo que yo creo. Me acompañó pasito a pasito. Tenía tantos miedos… y cómo decírselo a mi hijo
era mi mayor preocupación. Rosa me ayudó a prepararme para cuando llegara ese momento. Me ayudó a
confiar en mí y a poner límites donde debía ponerlos y a hacer o decir lo que
quería decir realmente y no lo que los demás quieren escuchar o esperan de mí.
Que tenía que quererme y me ayudó a recuperar mi autoestima. Lloré mucho pero
también me reí en muchas de las sesiones. Al principio una a la semana, luego
cada dos y así después de unos 4 meses llegó mi separación. De esto hace ya
tres años y medio. Me divorcié y no he dejado el contacto con Rosa, sigo
necesitando su apoyo, ese refuerzo que puede ser simplemente un e-mail de tarde
en tarde, pero sé que si la necesito, y la sigo necesitando a veces, Rosa está
siempre ahí dispuesta a ayudarme. Creo sinceramente que no estaría como estoy
hoy si Rosa no hubiera entrado en mi vida. Probablemente me hubiera separado,
pero estoy convencida de que no lo hubiera hecho bien. Mis amigas, de broma, me
dicen que quieren “una Rosa” en sus vidas. Yo agradezco a la vida que haya
puesto a Rosa en la mía. Así que yo recomiendo a quien se sienta perdido o
necesite ayuda, que no tenga miedo o prejuicios. Ir a una psicoterapia es lo
mejor que hice, me ayudó a afrontar mucho mejor la separación y me ayuda a
afrontar la vida e intentar ser feliz y a hacer más felices a los que me
rodean: familia, amigos, compañeros de trabajo,…
Juana
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