Se asemeja la vida a un preciado regalo que, por ser única, parece que obligatoriamente haya que vivirla con la máxima intensidad, felicidad y perfección. Después viene la vida riéndose, te da un par de golpes bien dados y, o te sitúa con una nueva referencia vital o te pone en modo pánico.
Este modo, el del pánico, no es más que miedo llevado a un punto extremo. Una reacción emocional potente ante una experiencia vital. Un fragmento de vida, que haya sido sentida subjetivamente de un modo tan devastador, que haya condicionado cualquier experiencia posterior, anticipando negativamente algo que aún no se haya vivido.
Este acontecimiento previo condiciona la acción posterior. Ante cualquier estímulo que tenga la potestad de anticipar el dolor del pasado, tú reaccionarás en modo pánico, actuando de tres formas posibles:
1- Adoptando una posición defensiva con connotaciones agresivas, ante eso que percibes como una amenaza a tu estabilidad emocional.
2- Bloqueándote y paralizándote, sin saber qué hacer ni cómo actuar.
3- Huyendo y escapando cobardemente para evitar el sufrimiento, aunque sea por mero instinto de supervivencia.
Y sí, queremos vivir con intensidad y felicidad y todas esas cosas bonitas e idealizadas que nos cuentan sobre lo que es la vida y, cuando llega el momento de experimentar el lado oscuro, nos entra el miedo a vivir.
Y es entonces cuando empezamos a ponernos un montón de barreras, sobre todo mentales que, en lugar de facilitarnos nuevas herramientas para hacer frente a los avatares de esta vida que nos pertenece, decidimos apartarnos de ella con las excusas más peregrinas.
Eso sí, teñidas de verdades absolutas, de creencias absurdas que nos retienen en el "esto es así" o fundamentadas en decisiones marcadas por emociones no superadas, que siguen poniendo barreras a sentir y aprender de los estados infernales -internos y externos- con el objetivo de impedir que se pueda crecer, fortalecerse y ayudarse a fluir con lo que se nos ponga por delante.
Cuando te permites observar y cuestionarte qué está pasando en ti, cómo estás decidiendo en ese contexto, qué ves que es lo que te aferra al pasado o al dolor para mantener tu falsa seguridad -aunque seas consciente de tu miedo- y , qué te impide permitirte ir hacia él... será en ese momento cuando avanzarás para superarlo de una vez por todas.
Cuando reflexiones y te hagas estas preguntas, solo entonces, es cuando te vas a permitir hacer algo diferente a lo que te has vetado anteriormente y, de este modo, dar el primer paso para cambiar la acción que vienes poniendo en marcha hasta ahora.
Y sabes que quieres hacerlo... aunque por dentro tiembles como una suave pluma agitada por el viento.
¿Sabes por qué? Porque cada vez que obstruyes el camino, en cada ocasión en la que te niegas la realidad de lo que está aconteciendo, cuando te aferras y te resistes evitando el riesgo por miedo a sufrir emocionalmente... en cada una de estas alternativas, te estás susurrando al oído que tienes miedo a vivir.
Y te lo dices de mil formas diferentes, para que no parezca que estás autoengañándote y puedas seguir con tu mentira para ahogar el cambio. Lo mantienes sin bajar la guardia, aunque sin darte cuenta que, de nuevo, te estás ajustando la coraza de la armadura.
Vivir, la mayoría de las veces, supone recorrer un camino que empuja a romper los patrones de comportamiento condicionados por el miedo.
No siempre se consigue a la primera, pero mucho peor es que ni siquiera te des la oportunidad de intentarlo y a ver qué pasa.
Y es que... con miedo a vivir, se apaga el fuego interior que calienta los estímulos creativos que motivan tomar riesgos. Se corta la velocidad del viento, cuando sopla fuerte para acompañar tus pasos. Se apaga la fuerza de la tierra para que las ideas crezcan, cuarteándose e impidiendo nutrir las nuevas semillas. Se agita tanto el agua que, pudiendo fluir por sus aguas calmas y llegar a la otra orilla con cierta facilidad, nos destruimos en fuertes marejadas que ni nosotros domamos.
Y tú, el quinto elemento, el mago creador que transforma haciendo lo que puede con aquello que tiene a su alcance. Tú, que puedes convertirte en el alquimista que descubre ante él ofrecidas posibilidades y que, con la habilidad del experto, toma el riesgo para hacer de él su oportunidad.
Y todo esto porque sabes que, con miedo a vivir, te acercas un poco más cada día a tu propia extinción.
Y, si te vas a morir igualmente... ¿Por qué no generar la vida que quieres?
¿Te has parado a pensar como sería tu vida si no tuvieras miedo?
"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma". Aldous Huxley.
Hola!! Si, ante los problemas nos hacemos pequeños, debiles en demasiados casos. Pero lo que ahora se conoce como ser resiliente ante los problemas y de toda la vida ha sido ser "fuerte" debemos practicarlo para mejorar y ser una version mejor de nosotros mismos cada dia
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