La mayoría de las personas sueñan con encontrarse con esa pareja afín que les colme de bienestar, motivación, ilusión, ganas de vivir y con ese ideal uno se embarca con todas sus ganas en el maravilloso mundo da le pareja. Así y de la forma más sencilla espera ver colmadas todas sus expectativas de amor, seguridad, alegría, pasión, sexo… una vida para toda la vida.
En un encuentro similar, si es correspondido, se alimenta esta situación generando un estado de euforia y enamoramiento que casi y en ocasiones, bordaría el propio estado de locura. La pasión hace furor. Se desea al ser amado a cada instante. El objetivo de nuestras emociones rebela su parte más afectiva, tierna y sensual reaccionando con frenesí al estímulo amoroso. Y así, pasan los días…felices.
Y la pareja, pasado un primer momento de enamoramiento -a algunos les dura dos meses, a la mayoría dos años y a una gran minoría toda una vida- decide aumentar su nivel de compromiso y unión y dar un paso más en su vida. Deciden irse a vivir juntos. Así lo hacen, esperando seguir colmando de amor y pasión una vida diseñada para ellos dos. En ese momento salen de la burbuja del enamoramiento y se meten de lleno en la vida real.
Aumentan las tareas. Los tiempos de sestar juntos se van desvaneciendo lentamente y la primavera del amor da paso a ese verano tórrido, pegajoso que de vez en cuando sube demasiado la temperatura y genera alguna que otra discusión. ¡¿Dónde fue nuestro amor para siempre?”, “¡Esta vez ha sido muy gorda!”, “¡Estamos en crisis!”. El inicio de muchas frustraciones, de expectativas que caen de su ideal de sentimientos no correspondidos por el otro, incluso discusiones cargadas con mucho dolor emocional que abre pequeñas heridas difíciles de cerrar. Pero la pareja llena aún de amor y buenos sentimientos remonta y vuelve de nuevo a la ternura y la pasión de lo que supone la reconciliación de “unas buenas vacaciones”. Y vuelta a las facturas, la hipoteca, los gastos desorbitados y ¿tal vez un “estamos embarazados”? Tal vez demasiado estrés.
Todas las situaciones fabulosas del principio de la relación donde los corazones pintan cualquier escena, ahora… valen dinero y más horas de trabajo en el despacho. El cansancio, demasiadas cosas que atender, llegar a casa y tener más obligaciones como si no se hubiese trabajado suficiente aún, el ritmo de vida diario… hacen muchas veces que la pareja deje de fijar su atención en sí mismos y la desvíen hacia estos derroteros. Y el globo de la pasión se desinfla despacito. “¿Cuándo fue la última vez que hicimos…?”, “¿dónde quedaron las noches de ensueño?”, “¿no me desea?”, ¿no me quiere ya?”… las dudas y la incertidumbre surgen como una amenaza latente. La rutina, las preocupaciones hacen mella en la pareja y el amor cambia. “Hay que saberse adaptar” dicen unos y otros “¡Qué se le va a hacer, así es la vida!” pero hay algunos que se preguntan “¿Dónde quedó la pasión, dónde la perdimos?”…
Si uno es hábil para darse respuesta a esta pregunta, puede ser que encuentre una buena respuesta y si no, al menos, la motivación suficiente para armarse de valor. Movilizarse y recuperar aquello que en algún momento se fue.
Muchos perciben que al acabar la pasión, acabó el amor y lo mejor es dejar la relación. Ya no nos comunicamos, ya no nos divertimos juntos, no te conozco, no eres lo que esperaba… y si el compromiso no es firme y el amor no es fuerte, muchas parejas se desaniman, se frustran y dejan secar del todo la relación.
Pero… y esa persona que no se conforma y quiere recuperar las cosas buenas de la relación y quiere volver a sentirse deseada y desear y quiere que el placer erótico vuelva a hacerse presente en la pareja, buscará nuevas formas de querer, de seducir, de atender y de amar.
Todos cambiamos con el tiempo. Vamos evolucionando y con cada etapa cambiamos muchos aspectos de nosotros mismos y nos convertimos en un reto para el otro “¡Descúbreme, estoy aquí!”
Muchos de los problemas de las parejas vienen por la falta de una comunicación efectiva. Se dice que la pasión sexual refleja “el buen estado de la pareja” y en realidad lo que refleja son las habilidades de comunicación, escucha, compromiso, aceptación y negociación que la pareja ha ido adquiriendo a lo largo de su tiempo juntos. Buena comunicación = Buena vida sexual.Cuando no hay una causa física, la monotonía y muchos conflictos de la pareja pueden enfriar el deseo. Para entrar en esta etapa invernal de la relación con un buen fuego encendido, es esencial redescubrir a nuestro compañero, mejorar la comunicación, romper con la rutina y potenciar en el otro el factor sorpresa, tanto en la vida cotidiana como en el estímulo que despertará la sensibilidad erótica.
En caso de intentarlo por nuestros medios y no conseguirlo, es recomendable pedir ayuda profesional para cerrar u ciclo apagado y renovarse con una etapa en la que el volver a encontrarse y reconocerse aceptándose y comprometiéndose con un cambio que abra nuevas puertas al placer sin renunciar a él como elemento reforzante en la relación de pareja.
En un encuentro similar, si es correspondido, se alimenta esta situación generando un estado de euforia y enamoramiento que casi y en ocasiones, bordaría el propio estado de locura. La pasión hace furor. Se desea al ser amado a cada instante. El objetivo de nuestras emociones rebela su parte más afectiva, tierna y sensual reaccionando con frenesí al estímulo amoroso. Y así, pasan los días…felices.
Y la pareja, pasado un primer momento de enamoramiento -a algunos les dura dos meses, a la mayoría dos años y a una gran minoría toda una vida- decide aumentar su nivel de compromiso y unión y dar un paso más en su vida. Deciden irse a vivir juntos. Así lo hacen, esperando seguir colmando de amor y pasión una vida diseñada para ellos dos. En ese momento salen de la burbuja del enamoramiento y se meten de lleno en la vida real.
Aumentan las tareas. Los tiempos de sestar juntos se van desvaneciendo lentamente y la primavera del amor da paso a ese verano tórrido, pegajoso que de vez en cuando sube demasiado la temperatura y genera alguna que otra discusión. ¡¿Dónde fue nuestro amor para siempre?”, “¡Esta vez ha sido muy gorda!”, “¡Estamos en crisis!”. El inicio de muchas frustraciones, de expectativas que caen de su ideal de sentimientos no correspondidos por el otro, incluso discusiones cargadas con mucho dolor emocional que abre pequeñas heridas difíciles de cerrar. Pero la pareja llena aún de amor y buenos sentimientos remonta y vuelve de nuevo a la ternura y la pasión de lo que supone la reconciliación de “unas buenas vacaciones”. Y vuelta a las facturas, la hipoteca, los gastos desorbitados y ¿tal vez un “estamos embarazados”? Tal vez demasiado estrés.
Todas las situaciones fabulosas del principio de la relación donde los corazones pintan cualquier escena, ahora… valen dinero y más horas de trabajo en el despacho. El cansancio, demasiadas cosas que atender, llegar a casa y tener más obligaciones como si no se hubiese trabajado suficiente aún, el ritmo de vida diario… hacen muchas veces que la pareja deje de fijar su atención en sí mismos y la desvíen hacia estos derroteros. Y el globo de la pasión se desinfla despacito. “¿Cuándo fue la última vez que hicimos…?”, “¿dónde quedaron las noches de ensueño?”, “¿no me desea?”, ¿no me quiere ya?”… las dudas y la incertidumbre surgen como una amenaza latente. La rutina, las preocupaciones hacen mella en la pareja y el amor cambia. “Hay que saberse adaptar” dicen unos y otros “¡Qué se le va a hacer, así es la vida!” pero hay algunos que se preguntan “¿Dónde quedó la pasión, dónde la perdimos?”…
Si uno es hábil para darse respuesta a esta pregunta, puede ser que encuentre una buena respuesta y si no, al menos, la motivación suficiente para armarse de valor. Movilizarse y recuperar aquello que en algún momento se fue.
Muchos perciben que al acabar la pasión, acabó el amor y lo mejor es dejar la relación. Ya no nos comunicamos, ya no nos divertimos juntos, no te conozco, no eres lo que esperaba… y si el compromiso no es firme y el amor no es fuerte, muchas parejas se desaniman, se frustran y dejan secar del todo la relación.
Pero… y esa persona que no se conforma y quiere recuperar las cosas buenas de la relación y quiere volver a sentirse deseada y desear y quiere que el placer erótico vuelva a hacerse presente en la pareja, buscará nuevas formas de querer, de seducir, de atender y de amar.
Todos cambiamos con el tiempo. Vamos evolucionando y con cada etapa cambiamos muchos aspectos de nosotros mismos y nos convertimos en un reto para el otro “¡Descúbreme, estoy aquí!”
Muchos de los problemas de las parejas vienen por la falta de una comunicación efectiva. Se dice que la pasión sexual refleja “el buen estado de la pareja” y en realidad lo que refleja son las habilidades de comunicación, escucha, compromiso, aceptación y negociación que la pareja ha ido adquiriendo a lo largo de su tiempo juntos. Buena comunicación = Buena vida sexual.Cuando no hay una causa física, la monotonía y muchos conflictos de la pareja pueden enfriar el deseo. Para entrar en esta etapa invernal de la relación con un buen fuego encendido, es esencial redescubrir a nuestro compañero, mejorar la comunicación, romper con la rutina y potenciar en el otro el factor sorpresa, tanto en la vida cotidiana como en el estímulo que despertará la sensibilidad erótica.
En caso de intentarlo por nuestros medios y no conseguirlo, es recomendable pedir ayuda profesional para cerrar u ciclo apagado y renovarse con una etapa en la que el volver a encontrarse y reconocerse aceptándose y comprometiéndose con un cambio que abra nuevas puertas al placer sin renunciar a él como elemento reforzante en la relación de pareja.
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