La vida es un camino. Un camino fascinante que se ensancha, estrecha, cruza, eleva o se llena de grandes pendientes. Unas veces es sencillo caminar. Otras se nos hace duro y tortuoso. En ocasiones es tan estrecho y largo que no llegamos a ver el final. A veces, nos paramos y echamos la vista atrás y puede que con la mirada acuosa añoremos lo que vivimos o puede que se nos quede una media sonrisa, nos ajustemos el sombrero y llevando a nuestros labios una hierba del camino, nos coloquemos de nuevo la mochila de viaje y con paso decidido, sin dejar de sonreir y mirando al horizonte, dejemos atrás lo vivido y sigamos nuestra aventura.
El dolor cuando se siente en exceso nos paraliza. Leí una vez una historia graciosa que decía, más o menos, que un anciano sabio en una tertulia de sabios contó un chiste y todos se rieron a carcajadas. Volvió a contar el mismo chiste y ya solo se rieron algunos. Lo contó de nuevo y solo se escuchó un leve susurro. Lo contó de nuevo y hubo silencio. El anciano sabio les dijo a sus contertulios: "¿Por qué dejáis de reir por la misma historia graciosa y podéis llorar con mayor intensidad siempre por los mismos hechos?"
Las emociones son información que, junto a nuestras razones, nos ayudan a elaborar la información de este camino que es la vida. Cuando la emoción toma las riendas, nuestar razón queda relegada a un segundo plano y actúa de una forma tan sesgada por lo que se siente que, en muchas ocasiones, nos bloquea y detiene sin tomar decisiones que nos ayuden a continuar. Nos sentimos débiles y comenzamos a hacer fuerte nuestra incapacidad ante la situación, fijándonos reiteradamente en ella. Se va haciendo fuerte y nosotros pequeños e incapaces de superarla.
Aprender a poner en equilibrio mente y emoción nos ayudará a ver con más claridad la situación que estamos viviendo y aclarar con mayor precisión dónde están nuevas y posibles soluciones no probadas aún.
En este intento, de nuevo, sigo hacia delante sí o sí. Me lleno de fuerza y desde mi debilidad, saco todo mi poder personal. Y una vez me sorprendo a mí mismo por lo realizado, caigo en la cuenta de mi valor personal y la función de la etiqueta de debilidad como un valor puntual que no me hace a mí en general.
Yo soy mucho más y aunque ahora el camino me haga aprender a observar mis miedos, seguro que estoy aprendiendo de ellos y ser fuerte es la única opción para caminar con entusiasmo y rehacer, a mi manera, mi destino.
Qué razón tienes! Me ha encantado tu blog, no había visto nada igual y creo que me está ayudando a seguir adelante...sigue así or favor...seguro que mucha gente todavía no lo ha descubierto pero si sigues alumbrando como un faro, habrá mucha gente que siga adelante, que se haga fuerte, que se descubra a sí misma y por último..que gracias a ese faro, no se estrelle ni se piersa en el mar.GRACIAS!!
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