Según se cuenta en "El libro tibetano de la vida y de la muerte", escrito por el lama Sogyal Rinpoche, un renombrado maestro tibetano llamado Patrul Rinpoche solía llorar el Año Nuevo y cuando se le preguntaba por qué, respondía que lloraba porque otro año más había pasado y tantas personas estaban cerca de la muerte sin tener preparación para enfrentarla.
La muerte es el signo del fin de la vida y marca su final. La pérdida de un ser amado es psicológicamente tan traumática como herirse físicamente. El duelo se desvía del estado de salud y bienestar y la persona requiere de un tiempo para volver a equilibrar ese estado. El duelo es un proceso que se produce tras la pérdida de un ser querido y la experiencia personal de esa pérdida, como sentirse que le han robado, y quedarse en vacío.
¿Cómo superar la pérdida de un ser querido por homicidio, accidente, suicidio o aquellas situaciones que implican la muerte de varias personas a la vez? ¿Cómo desatar los vínculos que nos ligan a alguien que ya no está?
Este proceso traumático es más complejo y difícil de resolver. La despedida de ese familiar encuentra mayores dificultades emocionales y mentales. La imposibilidd de anticipar la pérdida de forma tan súmamente injusta y trágica del ser amado y el estrés post-traumático, dificultan la aceptación de la muerte.
Cuando la muerte es inesperada se genera un estado de shock que niega la realidad de la muerte, anestesiando los sentimientos para poder seguir viviendo y poder tolerar el dolor, temporalmente. Hablar con otros de esa muerte, ver al ser querido muerto... ayuda a salir de ese estado de shock. En un segundo estadío, la rabia, la agitación y el dolor aumentan, para acabar sintiendo que el ser querido no podrá encontrarse en la realidad externa y que ese encuentro con el familiar perdido solo podrá realizarse desde el interior de uno mismo, en las representaciones y recuerdos que formaron su vínculo. Esta es la fase depresiva del dolor hasta que el ser se adapta y reorganiza, transformando el dolor más intenso por una nueva energía que genera renovados objetivos en su vida.
Es de destacar las estrategias de afrontamiento que cada persona posee, y la importancia de amigos y familiares en el acompañamiento del proceso, sobre todo en las fechas señaladas, para que los recuerdos y las asociaciones no paralicen su proceso de aceptación, pudiendo llegar a evocar al ausente con cariño y sin dolor.
Sin lugar a dudas el homicidio es el más grave de los delitos. Contemplado en todas las legislaciones, constituye la más grave ofensa a la sociedad, ya que la vida humana es el bien tutelado de mayor jerarquía.
Este artículo está dedicado a la memoria de José Carlos, hermano mayor de mi gran amigo Raúl. Pero también va por él, que como ya le dije, él y su familia han sido para mi ejemplo de dignidad, de serenidad, de humanidad y de unión ante una situación de injusticia tan enorme. Sois modelo de aprendizaje en tolerancia, lo que os honra como seres humanos y nos ayuda a los demás a aprender a ser mejores personas. Te agradezco tu valor, tu sentido del humor y tu equilibrio en el dolor.
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