miércoles, 1 de agosto de 2012

PLACER SENSORIAL





Históricamente se ha limitado la experiencia de la sexualidad a la procreación, pero con el paso del tiempo, la liberación de la mujer y el cambio de actitud social respecto a la pareja y el sexo, la transformación de los tabúes y la generalización de las prácticas sexuales han ido destapando una nueva curiosidad por el cuerpo y la sensorialidad. Aún hoy, hay muchas personas que limitan  la sexualidad como la satisfacción de un impulso meramente genital, perdiéndose la posibilidad de potenciar su placer a través de todos sus sentidos.
Hoy hablaré de cada uno de ellos y cómo entrenarlos para convertirnos en unos fabulosos amantes, hábiles para dar placer y recibirlo, despertando todos nuestras capacidades sensoriales.

LA VISTA: Los ojos son los primeros en captar el estímulo erótico. El 80% de la información nos llegaría por este sentido (salvo excepciones por salud). En los hombres es el sentido predominante y aunque en la mujer también lo es, necesita sumarle otros. La visión y contemplación del otro genera un efecto altamente estimulante. Contemplar sus gestos o mirarle directamente a los ojos nos ayuda a captar el grado de satisfacción en la relación y puede resultar muy excitante. 
¿Podrías soportar mirar a tu pareja o pedirle que te mire mientras disfrutas eróticamente?
¿Qué hacer para educar tu mirada erótica? Te propongo un par de ejercicios:


- Busca un objeto, cuadro o fotografía que te resulte bello pero sin contenido erótico. Trata de apartar la atención del resto de los sentidos y concéntrate en la vista. Mira el estimulo visual escogido y percibe cada uno de sus detalles. Si aparecen sensaciones o pensamientos distractores, simplemente deja que se marchen y vuelve a centrar la atención en lo que estas viendo. Una vez finalizado pregúntate ¿qué te ha llamado la atención de esta manera de percibir el estímulo?
- A continuación escoge uno objeto, cuadro, dibujo o fotografía que te resulte erótico. Si lo prefieres escoge un vídeo con una escena erótica, pero asegúrate de apagar el audio, el sentido prioritario en este ejercicio debe ser la vista. Haz lo mismo que en el ejercicio anterior. A continuación describe las sensaciones experimentadas, prestando atención a ¿qué partes del estímulo visual te han resultado eróticos?

EL OÍDO: El universo sexual está rodeado de sonidos ¿Te has sentido atraído alguna vez por alguna voz concreta? No somos conscientes de su importancia pero el oído puede ser la puerta de entrada a la pasión, más aún para las mujeres. ¿Una música, un sonido...? Lo auditivo tiene la capacidad de trasladarnos a situaciones concretas que ya hemos vivido y nuestro cerebro asocia con facilidad.
Escucharnos jadear, murmurar palabras de amor o lascivas, sirve como un potente afrodisíaco para ambos, pero además está demostrado que exagerar los gemidos ayuda a dejarse llevar y nos facilita el alcanzar el clímax.
Lo que se escucha/oye puede bloquear la excitación y la aparición del reflejo orgásmico, sobre todo en las mujeres, cuya respuesta sexual suele ser muy sensible a ellos, tanto para bien como para mal. Algunas personas, por ejemplo, no soportan el sonido que produce la fricción de los cuerpos cuando hay sudor, los crujidos de la cama e incluso la música por sensual que sea, mientras que para otras, los sonidos que considera agradables –desde su canción predilecta hasta los comentarios de su amante, pasando por los sonidos ininteligibles de quien les habla en otro idioma- pueden ser desencadenantes de una buena excitación y facilitadores de su orgasmo.
Lo cierto es que cada individuo es diferente y, por tanto, reacciona de una forma distinta ante el mismo estímulo. Tomemos, por ejemplo, las palabras que se pueden intercambiar durante el encuentro: hay quien disfruta de palabras dulces al oído y otros a los que les gusta escuchar algo más subido de tono y hasta rozando el insulto, y conste que como juego todo vale. Y no hay nada de malo en perder el control durante la excitación, eso sí, siempre que los dos lo entiendan de la misma forma ya que, de la misma manera que ayudan, algunas palabras dichas en determinado momento pueden acabar con la pasión. De hecho hasta un “te quiero” puede estropear la situación si lo que vive el otro es una relación sexual mucho más salvaje.
Por si quieres potenciar tu sentido auditivo, te propongo dos ejercicios cuyo objetivo es ayudarte a concentrarte en el oído para descubrir nuevas sensaciones. Por ello, te recomiendo cerrar los ojos o llevar un antifaz.

- En primer lugar, escoge una música que te resulte agradable. Escúchala con atención e intentando percibir cada uno de sus detalles, más allá de lo que lo harías habitualmente. Si aparecen sensaciones o pensamientos distractores, simplemente deja que se marchen y vuelve a centrar la atención en lo que escuchas. Una vez finalizado fíjate en ¿qué te ha llamado la atención de esta manera de percibir el estímulo?
- A continuación escoge una música o audio que te resulte erótica, o al menos sugerente. Escucha. Piensa en las sensaciones experimentadas al percibir el estímulo auditivo, poniendo especial atención en aquello de lo escuchado que te resulta erótico.
Una vez hayas entrenado este ejercicio, trata de llevártelo a la cama, es decir, durante tus relaciones íntimas, sola/o o en compañía, utiliza esa música que ha conseguido despertar el deseo erótico. Pero no te quedes ahí, si consigues asociar esos sonidos a la excitación, mejorará el dominio sobre tu excitación hasta el punto de poder encender los motores eróticos sólo escuchando determinada música.
¿Quieres ir más allá? Juega con tu pareja a que te susurre al oído determinadas palabras, que ponga un tono de voz concreto o simplemente que jadee cerca de tu oído cuando estés muy excitada. No imaginas el poder erótico de los sonidos ¿Te atreves a descubrirlo?

EL OLFATO: La nariz puede llegar a diferenciar hasta diez mil olores diferentes. De hecho, el aroma es una de las principales armas de seducción y, como tal, juega un papel clave en materia sexual. Para bien o para mal, los efectos que el olor de cuerpos ajenos provoca en nuestros cuerpos son irreprimibles y automáticos. El olor, además, tiene la capacidad de rememorar situaciones vividas, recuerdos que nos hacen sentir bien, sobre todo cuando hemos asociado un perfume a una persona en concreto y al olerlo, en cualquier parte, nos viene a la cabeza tan vívidamente como si estuviese delante. 
Si bien el tacto, el oído, el gusto y la visión también tienen reputación de fijar recuerdos, éstos no son tan fieles como los que fija el olfato, y este poder evocador puede convertirse en un potente estimulante erótico.

Una advertencia: cuidado con hacer un uso abusivo de los perfumes, que se convierten en un obstáculo para el intercambio de información sexual olfativa. Nos empeñamos en oler bien cuando muchas veces lo que realmente excita a nuestra pareja es nuestro olor natural, el olor de la piel sin aditivos artificiales. Lo ideal es utilizar la cantidad correcta en el momento apropiado para impactar sin esconder, para seducir sin marear.

Y, por supuesto, no olvidemos incluir los aromas más sugerentes para ambos dentro del juego erótico, en forma de velas perfumadas, inciensos o aceites y no sólo para crear ambiente, sino también para estimular el deseo o dar tranquilidad –depende del olor-, o bien directamente sobre los cuerpos para descubrir nuevas esencias.
Si quieres potenciar tu sentido olfativo, te propongo estos ejercicios para ayudarte a descubrir nuevas sensaciones. ¿Quieres hacerlo con tu pareja?

- Buscar varios aromas que os resulten agradables: perfumes en un pañuelo, alimentos, especias…
- Uno, a quien llamaremos la nariz, se tapará los ojos con un pañuelo, venda o antifaz.
- La otra persona, le irá presentando los diferentes aromas, dándole tiempo para que sean olidos con detenimiento.
- Quien huele ha de centrar su atención y analizar cada aroma. ¿A qué corresponde? ¿Qué le llama la atención de esta manera de percibir el estímulo?
- Una vez finalizada esta primera parte del ejercicio, y con los ojos aún vendados, la otra persona deberá acercarse y dejarse oler las manos, el cuello, el pelo… ¿Qué experimenta la nariz? ¿Algo le ha resultado erótico?

EL GUSTO: Es el sentido que menos papel juega en la excitación sexual. Hay personas que asocian -de forma más indirecta- el sabor de un buen vino o una buena cena al placer de la relación sexual. Muchas personas pueden excitarse con el sabor de las secreciones vaginales o el fluido seminal en las caricias genitales, pero no está del todo claro si estas secreciones están mezcladas con otro tipo de sustancias químicas que puedan tener efectos sobre la excitación. De todos modos, sería interesante volver a descubrir este sentido. Te propongo unos ejercicios para realizar con tu pareja:

- Besar: ¿Recuerdas cuando tenías quince años y te enamoraste? Lo "permitido" era besarse. Besarse sin medida, tiempo ni objetivo final. El beso es una fuente de atractivo erótico en nuestra cultura. Besa a tu pareja con el beso suave o el hondo que mezcla salivas y sabores. Cuida tu higiene bucal para realizar este ejercicio y disfrutarlo. Recuerda, en vistas al placer, que el beso sea un gusto y no un disgusto (mal aliento, mal sabor -tabaco-, o infecciones bucales que son causa de omisión de muchas caricias).
¿A qué sabe? ¿Qué experimentas? ¿Hacia dónde van tus pensamientos? ¿Qué pasa si te centras solo en esas caricias centrando la atención en la boca? ¿Qué pasa cuando nos besamos sin prisas ni pensando en que acabe en sexo con orgasmo?
- Besar el cuerpo: El gusto se da igualmente en el sabor de la piel a lo largo de todo el cuerpo. Besa el cuerpo de tu pareja. Descubre todos sus espacios grandes y pequeños o incluso recónditos.
- Besar el cuerpo usando alimentos: Utilizar alimentos sobre algunas partes el cuerpo pueden contribuir a una mayor excitación. Comer frutas sobre el cuerpo, untarlo en cremas comestibles con sabores -también hay lubricantes con sabores variados- mientras lames delicadamente diversas zonas del cuerpo para comerlo, pueden producir sensaciones diferentes y muy placenteras.
¿Qué ocurre? ¿Cuál es tu experiencia?

EL TACTO: Nuestro cuerpo por término medio tiene una extensión de piel aproximadamente de dos metros cuadrados. Lo utilizamos para atraer a la persona deseada y llegar a la penetración, a costa de perderse en el camino del placer miles de sensaciones únicas e individuales que nos permitirían llegar a unos niveles máximos de excitación. Aunque existen áreas en la piel particularmente sensibles o también llamadas erógenas, nuestros terminales sensoriales táctiles están distribuidos por todo el cuerpo. Así, que mejor aventurarnos a explorar cada rincón de nuestra anatomía para descubrir nuestro mapa erógeno exclusivo que, además, puede ir cambiando con el tiempo y la experiencia. Es fundamental  entender que las caricias son primordiales para la excitación femenina, en la mayoría de los casos, ya que la mujer es más sensible al tacto por tener la piel más fina y con más sensores que captan el dolor, la temperatura y el peso.
Te propongo los siguientes ejercicios:
- Dar y recibir caricias: Hacerlo no solo es un placer para el receptor, sino que el dador puede aprender a disfrutar percibiendo cómo el cuerpo del otro y el suyo propio responden a la estimulación. Hacerlo sin prisas, dedicando al menos media hora para cada uno, sin otra pretensión que la exploración de la sensibilidad y el placer. 
Entre las zonas erógenas por excelencia se encuentran la boca, orejas –suelen ser más sensibles en los hombres-, cuello, pechos –más en las mujeres-, ingles, muslos -zona interna por ser la piel más suave-, nalgas y genitales. Además, hay otras partes de nuestro cuerpo que al ser acariciadas o masajeadas pueden producirnos un gran placer: el cuero cabelludo, el pelo, los brazos, piernas y/o pies, cuya estimulación con la lengua puede resultar un auténtico deleite siempre y cuando evitemos las cosquillas.
- Hacer un masaje en una determinada zona del cuerpo, potenciando la creatividad en las manos, explorando poco a poco diversas zonas del cuerpo para entrenar el erotismo.
- Caricias con objetos: busca algunos objetos de diferentes texturas, pañuelos, frutas, objetos metálicos, plumas... Cierra tus ojos o tápalos con un pañuelo o antifaz. Si lo haces en pareja, deja que te vaya dando los objetos, uno a uno, para que puedas tocarlos y sentir las diferencias. Si lo haces sola/o, déjalos delante tuyo de forma que puedas cogerlos sin mirar. Si tienes compañía, pídele que te dé sus manos y explóralas. Ahora, deja que te acaricie diferentes partes de tu cuerpo (pelo, cabeza,  espalda, piernas…) mientras centras tu atención en las sensaciones que te producen sus caricias. Si aparecen sensaciones o pensamientos distractores, ya sabes, simplemente deja que se marchen y vuelve a centrar la atención en lo que sientes.


Cualquier edad es buena para el aprendizaje sexual y siempre es posible descubrir nuevas zonas de placer. Y si indagamos en pareja, estaremos propiciando el juego, el deseo y la comunicación, y esa conexión emocional ayudará a fortalecer nuestro vínculo, además de hacernos disfrutar al máximo. 
Tener los cinco sentidos puestos en el encuentro sexual es todo un reto, pero aprender a vivir al máximo cada caricia, sonido, imagen, aroma o sabor es cuestión de entrenamiento. Para potenciar nuestra sensualidad hemos de dedicar un tiempo a controlar la focalización de la atención en cada uno de nuestros sentidos, detectando y apartando las distracciones que puedan aparecer y concentrando nuestros recursos en las sensaciones que recibimos. Tampoco conviene machacarse: es normal que en ocasiones nos dispersemos, que se nos vaya la cabeza a las tareas pendientes y a los problemas del día a día. Cuando eso sucede, no hay que luchar, si no, de forma plácida, volver a conectarse con lo que se está viviendo en el presente, tratar de atender a olores, sabores y contactos que ofrece la situación. (Un apunte, las distracciones no siempre son malas, si dejo volar mi imaginación y fantaseo con esta o aquella escena que me pone e incluso con aquel o aquella que me da morbo, no habrá mayor problema que el otro lo descubra y no le parezca bien.)
Se trata de imaginar que somos el director de nuestra propia obra de teatro y dirigimos los focos hacia donde queremos que el público se fije en cada momento, acentuando las sensaciones de una caricia concreta, de un beso en particular o intensificando cada matiz en la penetración. Pero ojo, debemos ser buenos directores, se trata de potenciar las sensaciones, no de poner el foco en lo que nos preocupa.
¡Que lo disfrutes!


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