http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-menores-adelantan-12-anos-edad-para-tener-relacion-pareja-201802140145_noticia.html
¡Hola a todos!
Hoy os dejo con una colaboración para el periódico ABC que se ha publicado hoy 14 de febrero.
Un tema interesante que está despertando inquietudes en adultos y curiosidades cada vez más tempranas.
¡Que paséis una feliz semana!
La influencia de las nuevas tecnologías, una vez más, también tiene parte de responsabilidad. El motivo es que actualmente los niños, cada vez a edades más tempranas, usan internet y la mayoría dispone de móvil, lo que favorece que accedan fácilmente a imágenes idealizadas que les llevan a pensar que tener pareja es igual a felicidad, placer, sonrisas, diversión...
Les motiva a querer vivir cuanto antes esa parte emocional de una relación por el mero hecho de sentir placer, alentados, además, por el gran número de fotos erotizadas que les llegan de su entorno, puesto que los menores envían este tipo de imágenes por un ansia de imitar lo que ven en los adultos y con el objetivo de conseguir más «me gusta» y crecer en autoestima. «Esta percepción irreal por falta de información les lleva a la confusión, porque el amor hay que trabajarlo y supone compromiso», puntualiza Rosa Collado, psicóloga especializada es sexología y psicoterapia integradora del Centro de Psicología Álava Reyes.
Con una buena comunicación con los hijos desde pequeños se logrará que sean capaces de «confesar» que se han enamorado y tienen un novio.
El problema, según los expertos, es que esta ingenuidad no les permite valorar las consecuencias negativas. «Su inmadurez les puede llevar a sufrir abusos sexuales, por desconocer que se pueden negar, a asumir roles en la pareja en los que los sean dominados o dominantes, a tener embarazos no deseados... –asegura Rosa Collado–. Para evitar este tipo de problemas y ayudarles en su ignorancia, es fundamental que los padres hayan trabajado la comunicación con sus hijos desde pequeños para que sean capaces de “confesar” que se han enamorado y tienen un novio».
Aun así, todo hecho que se produce de forma precoz, a estas edades tempranas, escandalizará a los padres. «¡Pero un poco de tranquilidad!, –advierte Collado–. Que tengan pareja, no indica obligatoriamente que empiecen a tener relaciones sexuales, quizá vayan de la mano o se den algún beso mientras pasean por un parque. Todo depende de la educación que hayan recibido y de sus valores. Sin embargo –insiste–, es una gran oportunidad de acercarse a los hijos y explicarles todo lo que supone el amor, tanto en lo positivo como en lo negativo, puesto que si solo comparten esta experiencia con amigos recibirán una información confusa y errónea porque ellos tampoco saben todo lo que implica una relación».
En la misma línea se manifiesta Silvia Sumell, psicóloga y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología de la UOC, quien apunta que los propios padres, deben hablar con sus hijos sobre el significado de tener pareja, incluyendo los aciertos y los errores. «Es bueno que conozcan las diferencias de significado que hay entre gustarse, quererse o enamorarse. Lo más normal es que los jóvenes tengan dudas y miedos ante este momento emocionalmente tan intenso. También deben tener claro que la pareja no ha de ser el centro de todo ni ocuparles todo el tiempo y que no la idealicen, porque todo el mundo tiene virtudes y defectos».
En opinión de Sara Pérez-Tome, asesora familiar de Sophya, en la actualidad conviven en nuestra sociedad dos generaciones que entienden el amor de manera distinta. Por un lado, aquella la que percibe que, cuando se enamoran, la relación que establecen con su pareja es para siempre y, por otro lado, la generación de los millenials, que ha tenido un modelo de educación y de establecer relaciones de pareja y amistad muy distinto al de sus padres.
«Además el hecho de haber nacido con las nuevas tecnologías en la mano les ha cambiado la forma de querer –apunta–. Antes la gente se conocía en persona, elegían quien les gustaba, decidían amarse porque estaban enamorados y después compartían la convivencia juntos y tenían hijos. Por lo general, ahora una pareja persiste mientras dure el “buen rollo”, cada uno tenga su propio espacio sin molestar al otro y compartan ciertas facetas de la vida –como algún deporte o afición–. Si esta situación se alarga en el tiempo es entonces cuando piensan que se pueden enamorar».
Explica que existe, además, una tendencia social cada vez más habitual en acudir a páginas web y Apps de búsqueda de pareja. Un reciente estudio de Unicef pone de relieve que un 11% de niños entre 9 y 16 años ya han tenido una cita a ciegas por internet. «Lo malo es que, encuentran perfiles que no son siempre lo que aparentan y ni mucho menos se aprecia todo lo que implica una relación personal cara a cara, en la que la información sobre el otro llega por los cinco sentidos, es más real y permite llegar de forma más certera a conclusiones de lo que se siente por la otra persona», asegura Pérez-Tomé.
El uso de este tipo de aplicaciones es muy común entre jóvenes, y no tan jóvenes, «y motiva que la gente quede simultáneamente con diferentes personas hasta elegir la que mejor le convenga para empezar una relación –apunta la sexóloga Ruth González Ousset–. Actualmente hay más miedo al compromiso a la hora de dar un paso importante en la pareja, como la convivencia o tener hijos, y el matrimonio ya no lo consideran relevante para tener relaciones sexuales o irse a vivir juntos».
Uno de los motivos de esta falta de compromiso es que internet ha revolucionado la forma de relacionarse las personas. «Ahora todo es más visual, se busca la inmediatez, queremos todo ya. En las redes sociales hay mucha oferta de personas que quieren una relación y muchos se preguntan ¿por qué me voy a quedar con una pareja, si puedo tener tres? Esto lleva a relaciones superfluas», puntualiza.
Además, añade Sara Pérez-Tome, los millenials tienen mayor desconocimiento del roce personal por diversos motivos. «Una gran mayoría no tiene una relación «de pares»; es decir, no tienen hermanos y no saben lo que supone tener que compartir. Cuando dan el paso de vivir en pareja están «desentrenados» y se enfrentan a grandes dificultades para establecer la relación. Se encuentran con que deben ceder, compartir y hacer cosas que antes, con sus padres, no debían hacer».
A ello se suma el miedo al fracaso, «porque sus padres no les han enseñado a superarlo. Les han dado todo tipo de facilidades, no les han dejado colaborar en las obligaciones propias o del hogar, tienen el ego demasiado elevado, están muy cualificados para desarrollar una carrera profesional... Sin embargo, sienten inseguridad a la hora de dar el primer paso en una relación por ese temor al fracaso. Los padres no les han enseñado de pequeños y cuando llegan al mundo adulto evitan el compromiso verdadero porque les supone, además, un esfuerzo que no todos están dispuestos a asumir. Los padres –insiste– no han sabido pasar el testigo en este sentido, a lo que se suma el terrible daño que hace que cada vez hay más familias desestructuradas y los hijos han visto cómo sus padres se han tirado los trastos a la cabeza. No quieren que a ellos les pase».
La relación de los padres es, sin duda, un espejo para los hijos. Se acaban convirtiendo en modelos de las relaciones de pareja para los hijos adolescentes: se fijarán en cómo resuelven los conflictos, el tipo de discusiones que hay en casa y por qué cosas se suele discutir. «Si la pareja tiene una relación sana, basada en el respeto, la empatía, el diálogo, la negociación y la resolución constructiva de conflictos, los hijos tendrán este modelo como referente», afirma Sumell.
En cambio, el modelo será bien diferente si por el contrario ven en casa una relación basada en la desacreditación, la confrontación, la superioridad de uno sobre el otro o la rivalidad. «Tanto el modelo de pareja que han tenido de los padres como las experiencias vividas en el entorno, condicionarán y marcarán las futuras relaciones amorosas», concluye la psicóloga.
Síntomas de una relación insana
Según Silvia Sumell y Amalia Gordóvil, psicólogas de la OUC, hay que observar cómo modifican los hijos su comportamiento cuando se emparejan. Habría que sospechar de una posible relación no saludable si:— Cambia la forma de vestir.
— Deja de practicar deporte o aquellas actividades que antes tanto le entusiasmaban.
— Está más triste e irritable que de costumbre en casa.
— Solo tiene interés por quedar con su pareja y deja de lado a los amigos.
— Muestra apatía, ansiedad, cansancio físico, cambios en el patrón del sueño y del hambre.
— Se aprecia en el joven una pérdida de identidad en el sentido de que el adolescente se comporta de forma muy diferente a antes.
ABC Familia Laura Peraita @LauraPeraita
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