Aunque hoy en día la sociedad está descubriendo nuevos modelos de relación, el monógamo, sigue siendo el más generalizado como modo de vida, en cuanto a las relaciones afectivas románticas.
Es cierto que, la durabilidad de las relaciones, cada vez, se acorta más o se ve asaltada por terceras personas que acaban generando rupturas.
Las redes sociales, que facilitan contactos y juegan un papel importante dentro de las relaciones interpersonales, también estimulan la inmediatez y la posibilidad de relaciones alternativas diferentes a la original, facilitándolas.
Pero, ¿por qué la gran mayoría de las personas están motivadas a tener éxito en el amor, a amar y ser amadas y, las relaciones duraderas acaban siendo las menos comunes? ¿Qué hace posible una relación a largo plazo, hoy?
Yo vengo de un modelo de pareja de larga duración. Desde luego que, esto no implica facilidad de la relación per se. Tomando como ejemplo el de mis padres, he visto a dos personas que componen su universo afectivo con su propio criterio del mundo, sus inquietudes, sus intereses no siempre compartidos, sus modos de experimentar y sentir la vida... que muchas veces, discrepan y marcan sus diferencias.
Es lógico, teniendo en cuenta que cada cuál tiene necesidades diferenciadas, que pueden entrar en conflicto con las de su pareja. Y es lícito. Las diferencias existen, por supuesto, pero una de las claves que les mantiene juntos, es la forma en que han afrontado y resuelto estas situaciones.
Es imprescindible saber comunicarse satisfactoriamente, sin faltarse al respeto, escuchándose activamente, tolerando al otro -aunque a veces tenga actitudes incómodas-, que todos somos humanos y la paciencia dura menos de lo que nos gustaría.
Se necesita fomentar la capacidad de reflexión, de acercamiento tras el conflicto y de entrega, donde el perdón y la restauración de la intimidad es función de ambos, y donde los malos momentos, se transformen en algo funcional y productivo.
Muy significativo en la durabilidad de una relación de dos es que ambos no se olviden de su objetivo principal en común, compartir una vida.
¿Quién dijo que fuese fácil?
La elección de respetar al otro en sus diferencias, de aceptarle tal y como es y apoyarle de modo sincero -como parte de su camino- es una decisión personal, que puede encontrar baches e impedimentos, a pesar de la buena intención.
Ellos han podido hablar de todo, de lo que quieren y lo que no. Han aprendido a pedir las cosas con concreción, sin manipulaciones, y sin evitar los temas complicados, porque la experiencia les dijo que, si lo hacían, volverían a salir.
Y a base de ensayos y errores, encuentros y desencuentros, conflictos y restauraciones, aprendieron el formato de saber negociar y proponer, hasta dar con la clave que les ayude a seguir con valentía ante las adversidades. Comprometerse en el cambio y hacerlo de forma consensuada y satisfactoria para ambos, también ha sido de una gran ayuda.
Ellos desean estar con el otro porque quieren, no porque cumplan un papel social. Quieren estar juntos, libremente. Respetan su espacio individual, sin invasiones ni dependencias.
Han construido su particular proyecto de vida de pareja, que mantiene el proyecto de vida individual, respetando los duros cambios de cada uno y disfrutando de los triunfos del otro.
Han sabido mostrar su vulnerabilidad y han perdonado, cerrando cualquier herida emocional, sin dejarse.
Se han acompañado, por que lo que ha sido de uno ha sido también del otro, aunque solo sea estar ahí, uno junto al otro, sin más.
Han confiado tanto uno en el otro, que ese estado les ha colmado de estabilidad y ha permitido la culminación de su proyecto, el de toda una vida.
Y todo aderezado de amor, mucho amor. Han llenado una vida de afecto, con detalles pequeños que, a diario, les mantiene en una unión profunda. Siguen buscando generar momentos felices, que mantengan los motivos por los que merece la pena seguir unidos, donde uno ya no está sin el otro, aunque puedan elegirlo.
Han sido modelo de vida y valores y, por eso y otras muchísimas cosas que no viene a cuento, les doy las gracias. Ser pieza de ese mundo, ha sido un gran reto.
¡Felicidades por esos 50 años de Amor compartido!
Os quiero infinito.
Rosa Collado Carrascosa
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