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Ya llevamos más de un mes sin salir de casa a causa del coronavirus, ni tan solo para ir a comprar. Nuestras hijas viven en Madrid, y gracias a las nuevas tecnologías, mitigamos el no estar cerca. Con las videoconferencias a diario es un alivio.
Nuestro hijo, que es el que tenemos cerca, nos trae la comida y no pasa del descansillo -por si acaso lleva virus de la calle- para no contagiarnos.
Es una situación tan atípica e indeseable, el no poder darnos un abrazo, sentir esa cercanía, ese calor que necesitamos a diario... Aunque nos conforta mucho -y damos gracias a Dios todos los días- el saber que estamos bien de salud toda la familia, hermanos, sobrinos, amigos íntimos y todos sus hijos... aunque a gente muy cercana les ha tocado de cerca esta cruel pandemia.
Esto es lo que nos toca vivir ahora, inesperadamente, pero hay que abrir puertas a la esperanza y, a pesar que sabemos que todo cambiará, que nada será igual por lo menos en un tiempo inmediato, sacaremos energías refugiándonos en nuestra fe.
La pasada semana de Pasión, en nuestra Cofradía, se hubiese celebrado el Septenario a la Virgen de los Dolores y, en este día, la misa se hace en memoria de nuestros cofrades difuntos.
A mediodía se celebra la comida de Hermandad de los cofrades y por la noche se reza el viacrucis. En la Plaza Mayor se hace el encuentro de nuestro paso con el de la Hermandad de la Real Cofradía de la Virgen de los Dolores. Acuden los Clavarios, los penitentes, los costaleros, los estandartes, las banderas y los tambores.
El Viernes Santo hubiésemos procesionado con nuestro Paso, nuestro querido Descendimiento de la Cruz y "la María" -que es como llamamos cariñosamente los cofrades a la Virgen Dolorosa- con toda nuestra tristeza porque nada de esto ha sido posible.
Son muchas las ilusiones truncadas por el Covid-19.
En cada una de las fiestas: Fallas, Semana Santa, Pascua... Pero lo peor de todo son los afectados por este letal virus... los enfermos, los sanitarios y sobre todo los fallecidos y los familiares de estos. Este es el principal motivo que nos dejará esa profunda huella por lo que tardaremos en recuperar la alegría que nos caracteriza a los valencianos.
A mediodía se celebra la comida de Hermandad de los cofrades y por la noche se reza el viacrucis. En la Plaza Mayor se hace el encuentro de nuestro paso con el de la Hermandad de la Real Cofradía de la Virgen de los Dolores. Acuden los Clavarios, los penitentes, los costaleros, los estandartes, las banderas y los tambores.
El Viernes Santo hubiésemos procesionado con nuestro Paso, nuestro querido Descendimiento de la Cruz y "la María" -que es como llamamos cariñosamente los cofrades a la Virgen Dolorosa- con toda nuestra tristeza porque nada de esto ha sido posible.
Son muchas las ilusiones truncadas por el Covid-19.
En cada una de las fiestas: Fallas, Semana Santa, Pascua... Pero lo peor de todo son los afectados por este letal virus... los enfermos, los sanitarios y sobre todo los fallecidos y los familiares de estos. Este es el principal motivo que nos dejará esa profunda huella por lo que tardaremos en recuperar la alegría que nos caracteriza a los valencianos.
Aún así, esperamos poder celebrar todos estos actos el próximo año, con toda la solemnidad que requieren.
Os deseamos a todos mucha salud y fortaleza para superar esta desagradable situación que nadie hubiésemos deseado.
Rosa
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