miércoles, 13 de mayo de 2015

ATRACCIÓN Y ENAMORAMIENTO: ¿QUÉ TE HACE ELEGIR A ESA PERSONA?


¿Cuántas veces te has cruzado en la calle, el bar de copas o el supermercado de la esquina con alguien que te ha resultado sumamente atractivo? ¿En qué ocasiones te habrás preguntado después qué es lo que, a tus ojos, hace a esas personas irresistibles? ¿Por qué unas personas sí y otras no pueden ejercen ese poder de atracción sobre ti?
Todas estas preguntas nos las hemos hecho en uno u otro momento de nuestra vida, estando en pareja o no.
¿Cuáles son los motivo de esa atracción selectiva?

Son diversos los motivos que generan esa atracción. Entre ellos se destacan los personales: la disponibilidad (que no la libertad, esto sería otra cosa); un estado de ánimo sano, tal vez, equilibrado y alegre y una personalidad que interese, con un cierto nivel de extroversión y habilidad social en las relaciones interpersonales; o bien por necesidad de cubrir la propia intimidad.
A los motivos personales se puede añadir las variables que destacan de la otra persona: la belleza (no necesariamente objetiva. La subjetividad de nuestra mirada personal verá la belleza donde otros, tal vez, no la perciban) será un gran elemento de ese poder de atracción que despertará el interés por esa persona. 
Hay estudios que diferencian la percepción de la belleza según los sexos. Parece ser que los datos obtenidos apuntan a que el sexo masculino se siente más atraído por la belleza física y el sexo femenino por la belleza social o económica de sus potenciales parejas. Al menos, esto es lo que reflejan algunos estudios sobre el tema.
Otro tipo de factores, de tipo más genérico, tendrían que ver con aquellas variables similares que hacen más atractivo al otro justamente por esa similitud. Estamos hablando de variables como la edad, la raza, la apariencia física y el cuidado personal, las actitudes ante la vida, valores personales, estatus social, nivel cultural e intelectual, filosofía de vida...
Aunque no lo parezca, la similitud de todos estos factores, son de importancia en la atracción. 
Seguramente te habrás topado con la sabiduría popular que habla justamente de lo contrario, asegurando que la atracción es más fuerte en los polos opuestos. Muy a pesar de esta creencia, las investigaciones y estudios realizados sobre este tema no confirman esta idea.
Así pues, a mayor similitud, mayor interacción. A mayor interacción, mayor pronóstico de permanencia de la relación en el tiempo tras la atracción inicial y el enamoramiento.
¿Qué significa esta afirmación? 
Algo tan sencillo como que interactuar refuerza las similitudes. Nos hace más conscientes de los intereses compartidos y se favorecen las oportunidades para seguir interactuando De tal manera que se busque la compañía del otro de forma activa, lo que acaba generando agrado hacia esa otra persona.
A mayor parecido, más pensamos que podemos gustar a esas personas similares. Gustar a alguien hace que esa persona nos guste, porque nos estimula, refuerza y reafirma en nuestro valor como persona. Nos reconocemos y valoramos en el reflejo del otro.
Lo similar a nosotros valida nuestras creencias y actitudes, ya que consideramos nuestras propias características como deseables y, los que las comparten, van por el camino correcto.
Entonces, ¿por qué me enamoro de unas personas y no de otras?
Cuando uno entra en un estado de pasión donde se exalta lo positivo y se añora compulsivamente la imagen idealizada del otro, necesitando al objeto de su deseo, se fomenta un estado febril de amor apasionado, donde la dependencia del otro y la obsesión por conseguir sus favores, son lo más importante.
Valores como el compromiso, la confianza, la intimidad o la creación de un vínculo afectivo entre ambas partes, son menos evidentes en el caso del amor pasional. Podemos sentir amor apasionado por aquellos sobre los que sabemos poco, son poco adecuados o convenientes a nuestra persona, aquellos a los que no conocemos o son nuestro "tipo", siendo suficiente lo que vemos o interpretamos de esa persona como lo que es importante y suficiente para mantener lo que sentimos.
La pasión se vincula a creencias sobre el objeto de amor y, muchas veces, la excitación de este estado emocional se confunde con amor. El problema es que ese sentimiento de amor no tiene que ver con esa persona si no con otras cosas,  por ejemplo, que se parezca a un amor anterior, que posea alguna característica deseada o de la que se carece y por tanto sería complementada por el otro.
El enamoramiento depende de las necesidades psíquicas, de las preferencias y gustos particulares, de la imagen idealizada de la pareja en función de esos factores personales, deseando lo positivo y descantando lo indeseable. En el enamoramiento e encapsula el amor, dejando de lado cualquier apreciación realista sobre el otro.
El sentimiento de atracción y amor es activado por la otra persona que tiene esas características significativas para el enamorado: una cualidad admirada, una fortaleza, una seguridad... que consigue llenar un vacío y suple la propia carencia.
El enamoramiento enmascara, oculta defectos, embriaga de felicidad, consigue aumentar la dependencia en la ausencia del amado, fantasea con expectativas poco realistas, justifica lo negativo para hacer al otro, a nuestros ojos, más deseable y apetecible.
Ciertamente, el atractivo físico, intelectual, social de esa otra persona, puede ser importante en la elección de una potencial pareja y, aunque puede ser muy estimulante al principio, la pasión suele disminuir con el tiempo. 
A partir de ahí, seguir en la relación requerirá aterrizar en la realidad, quitarnos la venda de los ojos y construir día a día una mayor intimidad, un compromiso con el otro, donde el respeto a su individualidad -incluidos sus defectos- y el sentimiento de amor fuerte y maduro, ayude a avanzar en la relación, dándole con el tiempo un carácter profundo muy diferente a la efusión y enajenación mental inicial.


“No estoy casado con la misma persona desde hace más de dos décadas. Es mentira. Ni ella ni yo somos los mismos, por eso nuestra relación continúa más viva que nunca. Yo no espero que ella se comporte como cuando nos conocimos. Ella tampoco desea que yo sea la misma persona que cuando nos encontramos. El amor está más allá del tiempo. Mejor dicho, el amor es el tiempo y el espacio en un solo punto, el Aleph, siempre transformándose.”  Paulo Cohelo

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