miércoles, 28 de octubre de 2015

¡QUÉ ME DICES! ¿HOMBRES QUE FINGEN ORGASMOS?


Parece ser que está muy mal visto que una mujer no tenga orgasmos en el siglo XXI, se le etiqueta de frígida, fría, anómala. Y parece ser que aún está más mal visto por la sociedad en general (¿quién lo diría?) que la mujer finja sus orgasmos, uno, alguno o todos y se convierta en una artista en la materia.
Pues parece ser que este arte no solo es una habilidad de ellas sino que ellos también fingen orgasmos. ¡¿Cómo?! Se preguntará indignado más de un ego masculino tocado. 
Sí. Como otras tantas mujeres, vosotros también interpretáis orgasmos silenciosos, exagerados, lentos, tensos o extasiados. Orgasmos masculinos fingidos y ocultados, solo que vosotros sois los bien mirados y socialmente poco etiquetados.
Pregúntale a cualquier sexólogo y te dirá que fingir el placer va contra ti mismo, que estás olvidando aspectos de la comunicación, que la sexualidad no necesita sistemáticamente del orgasmo para sobrevivir, que así solo consigues alejarte más de tu propio placer... ya, claro, claro...
Pero ¿qué pasa cuando acelerar el final te ayuda a terminar antes con lo que tienes entre manos?
El arranque de sinceridad a la francesa, parando en seco y mostrando tu displacencia con el momento ¿es necesario para una noche de lío?
En un momento del rollo te das cuenta que esto no funciona y aunque tu salida nocturna acaba en la cama, te ves envuelto en una actividad poco oportuna o con una pareja poco ilustrada en las artes amatorias o simplemente se acabó la sintonía con la resaca alcohólica... ¿Te parecen estos elementos suficientes para que un hombre finja un orgasmo o hay más detrás de este psicodrama?
Esta claro que no deseamos herir el orgullo del otro, en caso de no satisfacernos sexualmente, pero es evidente que a alguien a quien acabas de conocer no te apetezca contarle tu vida o el porqué del teatro orgásmico (en caso de que haya una causa conocida).
Es cierto que el alcohol y otro tipo de sustancias pueden incurrir en la falta de eyaculación y orgasmo en el hombre, aunque el miedo a afrontar cuestiones más serias de fondo también existe.
Imagínate aquel que suele tener dificultades para eyacular, el anorgásmico masculino (eyaculación retardada o aneyaculación en términos científicos) porque enamorarse supone una amenaza y es una forma de no entregarse del todo en las relaciones íntimas (ya sabemos que la ausencia de firma implica inexistencia de compromiso en el contrato). 
O imagínate aquel otro que se toma las relaciones como una competición deportiva, en la que siempre tiene que ganar y satisfacer al otro y acabar después. 
O puestos a imaginar, otro más que no solo tiene uno, sino dos, tres... orgasmos en muy poco tiempo y le gusta la exaltación del yo artífice del placer.
O aquel otro que en honor a la protección de posibles enfermedades de transmisión sexual, usa el condón como salvaguarda de su mentira, echándolo al contenedor de basura casero habiendo asegurado firmemente su envoltura en una buena capa de papel higiénico... Ni rastro...
Y qué decir de aquel que en honor a su variabilidad postural, evita posturas cara a cara y opta por posiciones más discretas para mantener la farsa, poniéndose de lado o por detrás y concentrándose en no dar una nota a destiempo.
Y hay de aquel que mantiene el engaño con su pareja habitual y mantiene sus acciones posteriores para no despertar sospechas ni parecer raro (consiguiendo todo lo contrario).
Sabemos que la realidad supera la ficción. 
¿Crees empatizar ahora con el hombre que finge orgasmos?
Un truco esporádico es un arte de prestidigitador que sale airoso de una puntual situación, pero un truco sistemático es robarle el placer al amor.

“En las grandes cosas los hombres se muestran como les conviene mostrarse. En las pequeñas como son.” 
Nicolas Chamfort

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