¡Hola a todos!
Hoy os dejo con el reportaje que ha realizado la periodista Mª del Mar Agüera sobre la sexualidad en las personas mayores para el que he colaborado. Junt con otros expertos, se hacen alusiones a temas que pueden despertar vuestro interés sobre determinados aspectos de la sexualidad a lo largo del proceso evolutivo, al que llegaremos sin prisa pero sin pausa.
¡Buena lectura!
El sexo más allá de la juventud
https://mariadelmaresunnombremuylargo.wordpress.com/2015/12/01/el-sexo-mas-alla-de-la-juventud/
Pedro Villegas, sexólogo: “La vida no es para los jóvenes, la vida es para mí”
Muchos son los mitos y muchas las personas que creen que al alcanzar una edad madura la práctica sexual es inexistente, se pierde el apetito sexual o la capacidad de sentir placer. Toda esa información no es más que una falacia ya que, según expertos, hay un gran número de ancianos que gozan de una vida sexual activa, saludable y dinámica.
Reportaje realizado por Mª del Mar Agüera Sánchez
Al buscar en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) la 
palabra sexo, las definiciones que aparecen son: 1. Condición orgánica, 
masculina o femenina, de los animales y las plantas. 2. Conjunto de 
seres pertenecientes a un mismo sexo. 3. Órganos sexuales. 4. Placer 
venéreo.
El sexo, antiguamente, era conocido solo como el acto donde un hombre
 penetraba a una mujer con un único objetivo: la reproducción. La 
sociedad ha cambiado mucho y avanzado en este aspecto, ya que la 
práctica sexual ya no solo está destinada a esa función, sino que se 
asigna al disfrute y al placer. Además, no solo implica la reproducción,
 sino que actividades como la masturbación propia o mutua, el sexo oral o
 el anal, entre otros, también son considerados como sexo. El erotismo, 
la sensualidad, la atracción y el juego de miradas y de caricias han 
pasado a formar parte del amplio y complejo abanico que define a la 
sexología, y que forman parte de la vida del hombre, no solo a la hora 
de tener descendencia, sino también para uso y disfrute.
La actividad sexual ha existido desde siempre. El enfoque de esta 
hacia el placer es plasmado en numerosos momentos en la historia de la 
humanidad, destacando que muchas son las diferentes culturas y 
costumbres existentes.  Algunos ejemplos recogidos son los de el 
emperador romano Tiberio que gozaba de mirar a los jóvenes teniendo 
relaciones entre ellos e incluso a veces participando del sexo; lo mal 
visto de los besos entre los romanos y griegos aristócratas; la 
popularidad del sexo anal en el matrimonio en época grecorromanas; la 
libertad de relaciones sexuales entre solteros, los no prejuicios contra
 las prostitutas, y el incesto en la realeza en el Antiguo Egipto; etc.
A pesar de haber algunos rastros en la historia de libertad respecto a
 las relaciones sexuales, estas son mayormente conocidas por ser 
consideradas objeto de prejuicios, mitos, tabús e incluso rechazo. En la
 sociedad actual, pese a vivir en pleno siglo XXI y considerar que se 
vive en un mundo dispuesto al debate, la tolerancia y el respeto; lo 
cierto es que el sexo sigue estando mal visto. Muchos son los adjetivos 
calificativos empleados para aquellas personas a las que les gusta 
disfrutar de una vida sexual activa y libre, y muchas son las personas 
conservadoras que siguen pensando que la búsqueda del placer, en estos 
casos, está mal.
Por todo ello, cuando a alguien se le pregunta si cree que los 
ancianos mantienen relaciones sexuales, muchos son los que se 
escandalizan, se ríen, evitan pronunciarse o lo niegan rotundamente. Se 
califica de “asqueroso” a algo que es tan natural como respirar, 
añadiendo que a ciertas edades el apetito sexual es nulo o casi nulo, y 
que con esa edad se debería tener otras preocupaciones, o no se debe 
tener ganas de sentirse vivo de esa manera. Sin embargo, que las 
personas de la tercera edad no practican sexo es uno de los mayores 
tabúes existentes hoy día, según expertos.
“Es una cuestión más que de la sociedad, de la moral, porque a la 
sociedad no le importaba que se tuviera sexo a esa edad. A quien le 
importaba era a la religión, que decía que el sexo solo se hacía en el 
matrimonio y por la noche. Ni los niños, ni los homosexuales, ni los 
ancianos. Nadie que no estuviera casado podía tener sexo”, declara Pedro Villegas Suárez,
 Médico de Familia, Sexólogo, y experto en Medicina Antienvejecimiento y
 en Psicosomática desde 1984, que actualmente ejerce su trabajo en las 
consultas privadas sevillanas Clínicas Ginemed y en el Hospital Nisa 
Aljarafe; “El problema grande que ha tenido la sexualidad es que ha sido
 elegida por los moralistas”.
El sexo, además, ha sido asociado erróneamente con la juventud. La 
publicidad transmite a sus espectadores una determinada idea del mundo 
en el que vivimos, haciendo creer que se desean cosas que realmente no 
son necesarias, instalando pensamientos y creencias no atribuidas como 
propias, e interiorizando conceptos alejados de la realidad. La ropa, el
 arte, el deporte, los estudios o el sexo, entre un millón más de 
ámbitos, no existen solo para un sector de la población, sino para la 
totalidad global.
“En la sociedad en la que vivimos aquello que es saludable, 
placentero, divertido o procreador, significa juventud. Lo estético del 
material gráfico, lo bello del cuerpo, las proporciones aceptadas tienen
 que ver con la juventud.  La tercera edad tiene más dificultades para 
asociarse a estos parámetros y reflejar este tipo de concepto. El sexo a
 una edad más adulta se rechaza con etiquetas sociales tan peyorativas 
como “viejo verde”, “menopáusica”,…”, dice Rosa Collado Carrascosa, Psicóloga Especialista en Sexología y Psicoterapia Integradora en el centro madrileño de psicología Álava Reyes.
Por otro lado, se piensa que con el paso de los años el cuerpo ya no 
se encuentra capacitado para el sexo. Muchos de estos mitos engloban la 
falta de deseo sexual, la no excitación, los problemas de salud debido a
 patologías o  al abandono físico, la no capacidad de sentir placer, la 
falta de ganas, etc. La realidad es otra: los ancianos se encuentran 
completa y totalmente capacitados de mantener relaciones sexuales y, lo 
que es más, es muy sano para su salud, tanto física como mental.
“Es habitual que se piense en la edad madura y la vejez como el fin” comenta Ana Pérez,
 Psicóloga, Sexóloga y Especialista en Terapia de Pareja, “Cuando se 
habla de la vejez, en ello influye el concepto de degradación del 
cuerpo: como todo va cambiando y “marchitándose”. Se piensa en que, 
también, no hay hueco para la sexualidad y el amor, lo que no es así, ya
 que se pueden descubrir todavía muchas formas de amar. La mentalidad 
también influye, ya que nuestros abuelos y bisabuelos nacían con la 
tradición de mantener el matrimonio hasta la muerte, por lo que si 
alguno de ellos quedaba viudo, no había posibilidad de buscar a otra 
pareja. Esto hacía que el concepto de sexualidad se manchara de un tono 
oscuro y dramático a la hora de hablar de sexo. Las relaciones eran algo
 que sólo se reservaban a la pareja con la cual se iba a constituir el 
matrimonio, algo que hacía que se llevara una vida muy ordenada pero 
también sin continuidad en caso de que alguno de los miembros de la 
pareja faltara.”
Bien es cierto que tanto la intensidad como la frecuencia y el deseo sexual disminuyen con el paso de la edad, pero no desaparecen. La práctica sexual, que depende de factores físicos, psicológicos y de relación a esas edades se vuelve más importante.
Bien es cierto que tanto la intensidad como la frecuencia y el deseo sexual disminuyen con el paso de la edad, pero no desaparecen. La práctica sexual, que depende de factores físicos, psicológicos y de relación a esas edades se vuelve más importante.
La forma también varía: el sexo pasa a ser más lento, y a basarse en 
un juego más sensual, donde priman las caricias, los besos, y la 
atención sobre el otro. Esto se debe a que al alcanzar una  determinada 
edad, la reproducción ya no es posible, y el aparato sexual de cada 
persona suele actuar, durante toda su vida, en función de esta. Sin la 
necesidad de procrear para perpetuar la especie o para tener 
descendencia, podría considerarse innecesaria la práctica sexual; más 
ese es otro mito que desmentir.
Ana Estrella Rufo,
 Médico-Psicoterapeuta y Sexóloga en Cáceres, afirma: “Se da por hecho, 
que la mujer cuando alcanza la menopausia y el hombre se encuentra en 
una edad avanzada, hay otro tipo de afectos que no solo conciernen a la 
vida sexual; coexisten otros intereses, junto con la conducta sexual, 
bien sean familiares, económicos, de salud, etc. Al haber un cambio en 
el nivel hormonal, el deseo sexual disminuye, la libido también lo hace,
 y no hay suficiente estímulo como para reencontrarse.  Los hombres, por
 regla general, siguen necesitando la sexualidad como parte integradora 
de sus vidas, les hace sentirse vivos; de hecho solemos contemplar 
hombres mayores con chicas más jóvenes y viceversa. Por tanto, vivir el 
sexo también es una necesidad de situarse, de reivindicarse, lo que les 
hace sentirse más dentro de la vida. Para una mujer quizás es un poco 
diferente ya que vive diferentes situaciones a lo largo de la vida, 
cambiantes, desde la pubertad hasta cuando se accede a la maternidad, y 
luego cuando se vive la menopausia. Hay entonces un período desde que 
empiezan los cambios hormonales hasta que la menstruación se retira 
definitivamente. La mujer pasa por una etapa en la que se reencuentra a 
sí misma, nivela la homeostasis interna y, por tanto, vuelve a tener una
 vida sexual que es incluso a veces en más activa que la que vivía 
anteriormente. Las relaciones sexuales dependen mucho de las personas. 
La sexualidad se encuadra dentro de la personalidad intrínseca de cada 
uno, y lo mismo sucede en las personas mayores.”
El apetito sexual por etapas: el sexo en los adolescentes
La pubertad es la etapa en toda vida de una persona donde sufre más 
cambios. A nivel emocional, entran en conflicto una gran carga de 
pensamientos y emociones, así como una bandera que reivindica la 
rebeldía y la libertad es alzada en el cielo entre gritos. A nivel 
físico, asimismo, los cambios son más que evidentes: hay un crecimiento 
corporal evidente, empieza a crecer vello por doquier, la voz cambia, el
 acné se propaga por el rostro y alrededores, y empieza a aparecer e 
incrementarse el deseo sexual. En las chicas, los pechos aumentan su 
tamaño, se ensanchan las caderas, cambia la forma del cuerpo, pueden 
tenerse sueños húmedos y, por encima de todo,  comienza el período 
menstrual. En los chicos, el pene se alarga, ensancha y oscurece; la 
próstata y las vesículas seminales alcanzan su volumen definitivo; los 
testículos crecen y producen testosterona y espermatozoides; aparecen 
las primeras erecciones y la primera eyaculación, así como las 
eyaculaciones nocturnas espontáneas.
Después de esta etapa se entra en la adolescencia que es, si cabe, más confusa e intensa que la anterior.
Se entiende por juventud aquella edad situada entre la infancia y la 
madurez pero, en el caso de las relaciones sexuales que nos incumbe, se 
habla de las edades comprendidas entre los catorce hasta los treinta 
años, aproximadamente. El sexo a estas edades es completamente diferente
 al que se tienen las personas de la tercera edad aunque no es 
considerado mejor, según la opinión de expertos, ni por asomo.
Según la experta Rosa Collado, el adolescente tiene las hormonas 
disparadas, sumado a la novedad, al descubrimiento no solo de su propio 
placer sino de compartirlo con una pareja e intensificar la experiencia.
 Afirma que el que haya más deseo por ese estímulo hormonal más potente 
no significa que haya más actividad sexual, a no ser que se cuente como 
actividad sexual el onanismo, que probablemente sea mucho más usual. El 
adolescente tiene dificultades en dónde tener relaciones y por eso la 
frecuencia es menor, aunque el deseo y la excitación sean mayores. 
Mantiene, al mismo tiempo, que es un proceso de aprendizaje que 
dependerá de cada caso en particular. Cada práctica dependerá de lo que 
cada uno quiera. Hay adolescentes que temen el coito por miedo al 
embarazo y su práctica va más dirigida al sexo oral o la masturbación 
mutua y otros que lo idealizan como lo más apetitoso del sexo.
El placer es completamente distinto entre hombres y mujeres, también,
 y estas disparidades se ponen más de manifiesto a esas edades. “Los 
chicos tenemos un único deseo, se llama el deseo finalista”, comenta el 
experto Pedro Villegas,  “lo único que tenemos es ganas de eyacular, 
¿con quién? ¿De qué manera? Me da igual. Las chicas tenéis ganas a veces
 de que os pongan alegres, bailar, divertiros, y no hace falta que haya 
mucho sexo. Hay muchas veces que tenéis una relación sexual, no llegáis 
al orgasmo y sin embargo os lo habéis pasado bien. Los chicos si no 
eyaculan, no dicen eso. Las chicas muchas veces tenéis ganas de ser 
tocadas sin que vaya a más. Los chicos, como los toques, quieren que 
vayas a más. Hay grandes diferencias entre chicos y chicas.”
Muchos expertos parecen coincidir en este punto. La especialista Ana 
Pérez añade que los chicos, además, responden de una manera más visual; 
es decir, sentirán más placer por ver fotografías eróticas, por vídeos, 
por ver como las chicas se estimulan, etc. Las chicas, por otra parte, 
son mucho más cerebrales y mentales; es decir, sentirán más placer por 
la palabra y por cómo está se use, así como por las caricias y la previa
 estimulación sexual. Se podría decir que ellos piensan que la 
penetración es el único fin, algo que está muy lejos de la realidad, ya 
que en las relaciones adolescentes también existe mucho el petting, roces encima de la ropa y también la masturbación conjunta.
La época en la que se nace también condiciona la forma de ver, sentir
 y disfrutar de las relaciones sexuales. Los ancianos de hoy en día 
viven su sexualidad de una determinada forma porque así es como los 
educaron: muchos de ellos apenas han estado con una persona que no fuera
 su marido o esposa y, al quedar viudos, han conocido a otro compañero o
 compañera; pero quizás no hubiera ese “exceso” de libertad sexual que 
es vigente en la actualidad.
Los ancianos de ahora tenían prejuicios por la época en la que les ha
 tocado vivir sus relaciones sexuales. No recibieron una educación 
sexual adecuada, diferente a la recibida por los adolescentes de ahora, 
quienes mantienen una vida sexual activa a una edad muy temprana y en 
algunos casos sin la madurez necesaria para afrontar las posibles 
consecuencias de ello, mantiene la doctora Ana Estrella. Hoy día los 
adolescentes no parecen valorar las relaciones emocionales. “No 
deberíamos permitir relaciones emocionales y, por ende, sexuales, que no
 nos hicieran hacer sentir bien como personas. Si tú no dejas que 
cualquiera entre en tu casa, ¿cómo dejas que alguien entre dentro de 
ti?”
El sexo pasa a ser diferente con la edad. Los adolescentes, en 
especial en el caso de los hombres, buscan la penetración y la 
eyaculación de una manera rápida, sin experimentar demasiado ni 
prolongarse en los conocidos “preliminares”, es decir, en las caricias y
 los besos. Las chicas, por el contrario y por regla general, necesitan 
más tiempo para alcanzar el orgasmo, de forma más lenta pero también más
 duradera.
Cambios con la madurez
Con el paso de los años, se coge experiencia. Se supone que las 
personas conocen bien su sexualidad y saben qué es lo que le gusta, cómo
 le gusta y se atreven a pedirlo, siendo eliminada esa inseguridad o 
vergüenza más característica de la juventud. La experiencia lleva a que 
la novedad del coito y el placer sea relativa y termine con cada nueva 
pareja tras determinados encuentros, lo que lleva a que los hábitos 
sexuales sean menos frecuentes o más rutinarios.
Hay un cambio en la novedad y a veces la monotonía en el juego sexual
 se adueña de la relación íntima. Además con el tiempo hay que jugar con
 otros factores que pueden influir en las relaciones sexuales: el estrés
 laboral, los problemas económicos, la falta de espacio de pareja o 
intimidad, mayores responsabilidades, conflictos en la relación, 
enfermedades, etc.
Lo que es indudable es que, con el paso de los años, las personas se 
vuelven más atentas en sus relaciones íntimas.  El erotismo, da paso a 
una relación distinta, donde se recurre más a la sensualidad, el estar 
pendiente el uno del otro, los besos pasionales, los roces y las 
caricias. La doctora Ana Estrella sintetiza esta idea aclarando que se 
recurre de nuevo al cortejo, donde el hombre desea conquistar a la mujer
 y tenerla enamorada. La relación se diversifica en mayor medida, se 
invierte más tiempo en el encuentro, el cual está más cargado de 
ternura, besos, tocamientos,… dando lugar a una práctica sexual más 
completa. De hecho, al alcanzar una madurez psico-biológica, las 
personas pueden abrirse a nuevas experiencias y vivirlas de distinta 
forma.
Entre los cambios físicos más característicos de esta edad destaca el
 que a las mujeres les llegue la menopausia, lo que implica que los 
óvulos dejan de producir estrógenos. Se dice que una mujer ha dejado de 
tener el período cuando lleva entre doce y quince meses sin él. Cuando 
esto sucede, a la edad de cuarenta o cincuenta años,  disminuye la 
frecuencia en las parejas normales, no solo en los ancianos.  La causa 
se centra en la falta de ganas o entusiasmo por la práctica sexual, 
porque quizás priman otras cosas, como la ternura, el cariño, la 
confidencialidad; o simplemente el sexo se ve reducido por otros 
problemas personales y por tenerse otras preocupaciones.
El hombre, por otro lado, va cambiando de un juego más rápido a otro 
más pausado y relajado porque sabe que “va a durar poco”; empieza a 
aparecer esa precocidad. La eyaculación y la erección son poco 
duraderas, por lo que se centra más en el erotismo.
Una gran cantidad de expertos en este ámbito afirman que la idea de 
la penetración la ha dado el machismo, y que esto implica que esa es la 
única forma de entender el sexo. Ponen como ejemplo, de tal forma, el 
pensamiento de la Iglesia y su visión de que todo lo que no sea la 
introducción del pene en la vagina son “porquerías”, la pornografía, 
cualquier persona que trabaja en una tienda de artículos eróticos o 
sex-shop donde lo que se vende y se ofrece primordialmente son penes de 
plástico, y la sexología moderna inclusive. Sin embargo, remarcan, la 
penetración es lo menos divertido del juego sexual.
Según el sexólogo Pedro Villegas, “el 80% de las mujeres jamás en la vida tienen un orgasmo solo con la penetración”.
El placer
¿Sigue existiendo esa misma capacidad de sentir placer que se tenía a
 edades más tempranas en la vejez o desaparece? Sí, se sigue teniendo. 
La capacidad de sentir placer de  todo ser humano existe desde siempre. 
Un bebé cuando nace ya tiene todo lo que necesita potencialmente para 
sentir placer en el futuro con su cuerpo a nivel sexual. El desarrollo 
evolutivo, por otro lado y según Rosa Collado; marcará cada una de las 
etapas, mas la capacidad existe desde el principio.
Al llegar a la tercera edad, las expectativas en torno al sexo y la 
conducta sexual cambian. De las ideas y creencias sobre lo que es bueno o
 no en este ámbito en relación con otras personas y con uno mismo, se 
derivará el lugar que el sexo ocupe en la vida de uno. Los seres humanos
 poseen una sensibilidad sexual, y son importantes en esta etapa tanto 
los aspectos físicos como los emocionales. A nivel conductual hay que 
estimular de forma más directa, intensa y más tiempo para conseguir los 
efectos que se tenía cuando uno era más joven. El resto depende de lo 
cuidadoso, prolijo y relajado que se tome cada cual las relaciones, 
potenciando las caricias por todo el cuerpo y reduciendo la genitalidad.
Las actitudes negativas, costumbres al funcionar de determinado modo,
 falta de tiempo, el mito de la edad, el aspecto físico y el cambio 
corporal son aspectos que pueden marcar diferencias entre hombres y 
mujeres en la búsqueda activa de la conducta sexual. Las personas 
adultas buscan más calidad que cantidad en términos generales.
A este juego erótico que es practicado mayormente por aquellos de una
 edad más avanzada suele llamarse “amor lento”, según declaraba Paulino 
Castells antes de su fallecimiento, en un artículo llamado “Jubilados 
sí, pero no del sexo”, publicado en el periódico ABC el 19 de agosto del
 2013; “El objetivo será lograr el placer a partir de caricias sensuales
 destinadas a estimular las zonas corporales sexualmente más sensibles 
intercambiando estímulos afectivos y emocionales cuya finalidad no es 
necesariamente el coito. Descubrir esa forma de amor lento puede 
originar un gran placer. La adecuación consiste en que los dos, con amor
 y cariño, pongan más imaginación, con menos inquietud de consumar el 
acto en sí mismo (pues, ciertamente, éste se va a efectuar con menor 
frecuencia) y más ilusión en las caricias y los juegos amorosos.”
Otros expertos opinan, en adicción, que con la edad y la experiencia 
las personas saben disfrutar más aún de lo que les ofrece la vida, sobre
 todo en cuestiones relacionadas con el sexo. La única diferencia física
 que ven entre hombres y mujeres adolescentes y ancianos es que con la 
edad las personas se vuelven más lentas para excitarse.
Lo de que no puedan seguir sintiendo placer es otro mito, aclara la 
doctora Ana Estrella. Las mujeres, después de la menopausia, pasan por 
una transición de dos a tres años en la que el deseo sexual se ve 
reducido y postergado debido a lo dicho anteriormente; la mujer pasa por
 una etapa en la que se centra más en ella misma que en otras 
relaciones. Sin embargo, transcurridos estos años vuelve a reencontrarse
 a sí misma. Por otro lado y en relación a ello, los hombres también 
adquieren una nueva madurez psico-biológica, donde ya no es tan 
importante la frecuencia de la erección como la calidad de la relación 
sexual. Una vez entienden esto empiezan a disfrutar, de nuevo, de su 
sexualidad. Destaca, reiteradamente, la abundancia de ingredientes tales
 como la complicidad, el afecto, el roce, etc.
La Médico-Psicoterapeuta y Sexóloga médica pone como ejemplo la 
historia de una pareja de ancianos que retomaron sus vidas y que siguen 
realizando, contra todo mito, la práctica sexual:
Ella había dedicado toda su juventud al cuidado de sus tres hijos y 
de su esposo, quien a pesar de ser culto y haber ejercido como abogado, 
era rudo, taciturno e introvertido, y no trataba a su esposa como esta 
merecía. En el ámbito sexual, sus encuentros íntimos casi podrían ser 
considerados violaciones, ya que no tenía en cuenta los deseos de su 
pareja; si le apetecía o no, si le gustaba o por el contrario le 
desagradaba lo que le hacía. No tenía tiempo para ella ni le demostraba 
cariño, e incluso le impidió ejercer como profesora, su vocación. Para 
cuando su esposo murió, de un infarto, aquella mujer se dio cuenta de 
que realmente no había disfrutado de la vida. Ana Estrella, cuando un 
día fue esta señora a visitarla a su consulta  y le dijo que se marchaba
 un tiempo a la playa, donde tenía una casa; le recomendó que se 
dedicara plenamente a sí misma, que se cuidara, se alimentase bien, se 
riera y que encontrara la serenidad, porque a partir de ahí comenzaría 
una nueva vida y una nueva historia.
Y así fue. A los pocos meses, la mujer regresó a la consulta de la 
doctora en Cáceres y le dijo que había encontrado un hombre. Él era 
amigo de siempre de la familia, viudo, ganadero, cariñoso, gentil, 
amable, trabajador y atento. Después de muchos años, se habían 
reencontrado, y había surgido el amor entre los dos. “Yo sabía que la 
vida le iba a dar otra oportunidad, porque la pobre no había vivido”, 
relata la sexóloga, “Ella me dijo ‘Ana, estoy como si tuviera dieciocho 
años, ¡tengo muchos orgasmos! Esto no lo había vivido con mi marido. 
Jamás creería que a mí esto me iba a pasar’. La vida te tiene preparada 
sorpresas. Uno cree que la vida ha acabado pero no ha acabado, así que 
nunca se sabe. Hay que mantener la ilusión hasta el último día. Puedes 
conocer al amor de tu vida terminando tu vida. Tal vez no podía estar en
 ella antes porque no era el momento, ni la situación,… quizás los dos 
teníais que vivir otras cosas, y ahora de repente llega para poder vivir
 con placidez. Y es bonito, además  y lo viven como si tuvieran veinte 
años.”
Actualmente, tras tres años de relación, viven juntos y gozan de una vida sexual activa.
La comunicación
A la pregunta de cómo mejorar la calidad en las relaciones sexuales, 
los expertos afirman que se debe aumentar la comunicación a través de 
los sentidos: tener un espacio de caricias más largo, sin prisas, para 
crear de esta forma una antesala amorosa que amplifique la experiencia 
erótica; susurrar palabras agradables y bonitas, crear espacios mayores 
de intimidad, lograr una creatividad magnificada y tener curiosidad por 
otras prácticas diferentes a lo puramente genital…etc. Cuando se elige 
tener esta estimulación genital, añaden, es necesario que no se busque 
exclusivamente la penetración o coito y sí la orientación hacia la 
búsqueda de placer en la experiencia completa. Se puede lograr un mayor 
placer en este sentido diciéndole al otro lo que le agrada, lo que le 
incomoda, así como lo que desea que ocurra o que le haga. De esta forma,
 se aprende a satisfacer a la otra persona y que esta satisfacción sea 
recíproca.
Problemas o patologías de le edad
Parte del proceso normal del envejecimiento es la necesidad de un 
tiempo mayor para lograr la excitación. Con el paso de los años, tanto 
hombres como mujeres ven reducida la práctica sexual debido a problemas 
relacionados con el cambio que implica estar en esa etapa de sus vidas, o
 por patologías concretas que afectan al sexo de ambos géneros.
Según la especialista en sexología y psicoterapia integradora Rosa 
Collado, los problemas más frecuentes en los hombres son los siguientes:
 cambios en la libido, disfunción eréctil y aneyaculación; conocida como
 la incapacidad para eyacular a pesar de tener un alto nivel de 
excitación sexual y una buena erección y que afecta a la sensación 
orgásmica, llegando incluso en algunos casos a provocar anorgasmia o 
ausencia de orgasmos en las relaciones sexuales.
Entre las soluciones más populares destacan: Revisar, para descartar 
el problema físico, si hay cansancio o estrés y ansiedad, estados 
depresivos, enfermedad física, consumo excesivo de alcohol, diagnóstico 
de diabetes, hormonas (testosterona), dolor o enfermedad interna en los 
órganos genitales, o la ingesta de determinados medicamentos. Si tras 
las comprobaciones pertinentes se descubre que el problema es 
psicológico, sería necesario acudir a un tratamiento sexológico que 
ayude a adquirir habilidades de manejo y mejore la respuesta sexual y 
las conductas que pueden favorecer un desempeño aceptable que no 
deteriore la autoestima de la persona y le haga confiar en sí misma de 
nuevo.
La sexóloga Ana Pérez aconseja, además, “recurrir a buenos 
lubricantes a base de agua para favorecer la lubricación natural y 
terminar con la fricción, así como tomar alimentos afrodisíacos que 
ayuden a aumentar el deseo. Por otro lado, también ayudan los perfumes 
de feromonas, así como los aromas de jazmín, rosa o florales, para 
aumentar el deseo.”
En el caso de las mujeres, los problemas suelen centrarse en: un bajo
 deseo, escasos o débiles orgasmos y falta de elasticidad o lubricación,
 que puede causar dispareunia o dolor coital antes, durante o después 
del sexo. Las soluciones, en estos casos, son: descartar infecciones, 
revisar hormonas (estrógenos), falta de interés en el tema, falta de 
sensibilidad, cuadro clínico (ansiedad, depresión…)… para descartar lo 
físico. Si el problema es psicológico el terapeuta sexual ayudará 
adquirir las herramientas y potenciar las habilidades necesarias para 
mejorar la respuesta sexual.
Rosa, la psicóloga especialista en sexología recomienda, para ambos 
sexos, el permitirse funcionar diferente, tener paciencia, abrir la 
mente y romper tabúes, acercarse a la práctica sexual sin prisa, 
disfrutando el camino e instando a que se olviden de la ‘meta’ (referida
 tanto a la eyaculación como al orgasmo). Aprender a sensibilizar el 
cuerpo con nuevas caricias y fomentar la ternura, la complicidad, el 
juego y las ganas de descubrirse y disfrutar al máximo del momento. La 
comunicación, añade, es básica para aprender uno del otro y aprender de 
los cambios que conlleva la edad. Pedir lo que uno desea es fundamental.
 Transmitirse el cómo se quieren las cosas de forma abierta y sensible 
ayuda mucho a que cada cual se responsabilice de su propio placer sin 
forzar las posibilidades y sin hacer que el otro se sienta culpable o 
frustrado si no se llega a esa ‘meta’.
Otros expertos en la materia afirman que problemas tales como la 
falta de erección u lubricación son patologías concretas, donde se 
habría de tratar la causa. La solución a estos suele ser el recetar 
vitaminas para estar más activo, geles y lubricantes en las mujeres, y 
Viagra en los hombres; siempre controlando qué otros problemas de salud 
tienen, para no verse estos afectados.
Problemas como la artritis, el dolor crónico, la diabetes, la 
incontinencia o problemas de corazón son también, a menudo, causa de 
malestar a la hora de tener relaciones sexuales, y motivo por el cual 
muchas parejas dejan de tenerlas o reducen su frecuencia. El alcohol y 
el consumo de medicamentos también puedes afectar al desarrollo de esta 
actividad. Medicamentos para la tensión arterial, antihistamínicos, 
antidepresivos, tranquilizantes, supresores del apetito, drogas para la 
diabetes y algunas drogas para la úlcera pueden producir impotencia o 
dificultar la eyaculación en los hombres, así como pueden disminuir el 
deseo sexual en las mujeres.
Los problemas cardiovasculares a menudo son el mayor enemigo de la 
práctica sexual, es decir, todo lo que implique dificultad para que las 
arterias se llenen, dificulta a su vez la excitación tanto en el pene 
como en el clítoris. Fumar, beber, la comida o el propio ritmo de vida 
que puede generar estrés en una persona, son ejemplos claros de 
actividades y situaciones perjudiciales para la salud.
Otros tipos de problema con el que hay que enfrentarse en la vejez se
 arrellanan en el ámbito psicológico. La publicidad a menudo establece 
cánones de belleza que dan una idea de lo que es estéticamente correcto y
 atractivo, y de lo que no. Por ejemplo, una mujer que se mira al espejo
 y no ve la mujer joven que antes era, sino ve en su lugar manchas por 
la edad, arrugas y otras “imperfecciones”, probablemente se sentirá 
insegura respecto a su cuerpo o poco deseada por su pareja. A su vez, un
 hombre acostumbrado a consumir imágenes de perfección o belleza 
aceptada socialmente sobre mujeres jóvenes de cuerpos voluminosos, bien 
proporcionados y pechos generosos, al llegar a su casa y ver a su mujer,
 madura, puede ver modificado su deseo sexual. Concentrarse en la 
belleza física y juvenil puede interferir en la manera en la que se 
disfruta del sexo.
“Las altas expectativas sexuales influyen mucho a la hora de crearse 
miedos y tensiones internas”, declara la experta Ana Pérez, “La 
soluciones son terapia y reeducación sexual, así como trabajo conjunto 
en la guía de control emocional, reafirmación de pensamientos positivos,
 trabajo para cambiar la respuesta sexual y terminar con inhibiciones,… 
El tratamiento depende mucho del caso y de la patología que los 
pacientes estén sufriendo. En mi caso suelo personalizarlos muchos, 
creando unos personalizados con los cuales pueda trabajar de manera 
individual o en pareja, y lograr hacer que la vida sexual mejore y se 
transforme.
Los problemas físicos o enfermedades, tensiones diarias, las 
preocupaciones adicionales relacionadas con la edad, el retiro o 
jubilación, y otros cambios en el estilo de vida también pueden causar 
dificultades sexuales.
El sexólogo sevillano Pedro Villegas es un ejemplo de la resolución 
de problemas y búsqueda de soluciones eficaces en este ámbito. Tuvo una 
pareja de personas de la tercera edad que tenía dificultades en sus 
relaciones íntimas, relata, ya que a él le crujían mucho los huesos en 
la práctica y ella no podía concentrarse. Al experto se le ocurrió que 
le quitasen los brazos a cualquier tumbona o mecedora que tuvieran en su
 casa y que la utilizaran solo para la penetración, de vez en cuando. El
 hombre debía ponerse debajo y mover la tumbona o mecedora, mientras la 
mujer se mece desde arriba. Cuando no la utilizasen, podrían usar la 
cama o cualquier otro lugar para otra actividad sexual que no fuera la 
penetración. De esta forma, la pareja logró adaptarse a esos cambios y 
aprender a seguir disfrutando su sexualidad pese a los obstáculos que el
 paso del tiempo pone en el camino de todo ser vivo.
Beneficios del sexo en la tercera edad
A la vejez no solo se sigue teniendo una vida sexual plena y activa, 
sino que además y al mismo tiempo, tiene grandes y numerosos beneficios 
para la salud, tanto físicos como psicológicos.
La sensación de que se es joven de nuevo es una de ellas. Al 
envejecer, los expertos afirman que hay una especie de retroceso en el 
cuerpo, es decir, una persona vuelve a tener comportamientos e ideas de 
pubertad y juventud. Esto se debe a que muchos ancianos, al ver cerca su
 final, necesitan cariño, abrazos, comprensión y amor, y quieren 
aprovechar al máximo el tiempo que les queda. Con el sexo, este 
sentimiento aflora de nuevo de manera impetuosa.
Cuando una persona mantiene relaciones sexuales de manera activa, se 
siente colmado de felicidad, su sistema inmunitario sube, las defensas 
aumentan enormemente, se constipa menos, se generan una mayor cantidad 
de anticuerpos, disminuye la presión arterial y previene el estrés; la 
persona anciana se siente más viva, más anclada a la Tierra. A su vez, 
se nota más ligera, pasa de casi no poder moverse y tener muchos 
dolores, a tener menos. El sexo reduce la ansiedad, genera endorfinas y 
sube el ánimo, tonifica la musculatura, mantiene en forma el músculo 
pubocoxígeo (situado en el suelo de la pelvis; ejercitarlo previene la 
incontinencia urinaria en las mujeres y la eyaculación precoz en los 
hombres); previene enfermedades en los órganos genitales internos, da 
alegría, confianza, mejora la autoestima y el sentimiento de ser amado y
 querido, se cuida más a la pareja y se está más atenta de ella; ayuda a
 respetar el valor y amor propio por sí mismo y como derecho a través 
del desarrollo de los diferentes ciclos vitales; ayuda a aceptar la 
madurez como una etapa más de la vida, flexibilizando las actitudes en 
torno a uno mismo y a la intimidad, ayuda a mantener el placer de forma 
activa, mejora la comunicación, etc.
Además, hace que la persona se preocupe más por su físico y su 
bienestar: quiere verse bien, sentirse joven, y seguir gustando a otras 
personas. Por ello, se vestirá mejor, de una manera más moderna; pondrá 
esmero en ello, se cuidará más, quizás incluso haga deporte y cuide su 
alimentación. “Empiezas a querer no dejarte morir”, declara el 
especialista Pedro Villegas.
Consejos de expertos
La doctora Ana Estrella dice: “Las relaciones sexuales entran dentro 
del paradigma del ser humano, por lo tanto, están sujetas a variaciones 
de frecuencia, tiempo, intensidad, etc. Si detectamos algún cambio, 
habría que pedir ayuda a un especialista en ese ámbito para que nos 
ayude a quitar la ansiedad de ese tipo de disfunciones, y establecer 
nuevas pautas para llevar a cabo un tratamiento que con toda seguridad 
será un éxito rotundo, y que implicará la vuelta a la normalidad. La 
relación sexual no está vinculada a la edad, es decir, no es propia de 
la juventud ni exenta en la vejez, sino que depende de cómo uno se 
siente internamente y como desarrolla su vida. Lo principal es no 
etiquetarlo como algo negativo, y pedir ayuda si en un momento 
determinado no nos sentimos bien, como en cualquier aspecto de nuestra 
fisiología. Las relaciones sexuales son muy importantes en la vida de 
una persona: nos ayudan en el desarrollo intrínseco como personas, nos 
hacen conectar y relacionarnos emocionalmente con los demás, deberían 
ser muy importantes en nuestra vida y acompañarnos hasta el final de 
ella.”
“Aprender a divertirse, a evolucionar, a adaptarse a lo que vaya 
viniendo”, insta el sexólogo Pedro Villegas, “Ir cambiando con la edad, 
ir viendo a lo que te adaptas. Dejar de ver el sexo como algo exclusivo 
de la juventud, también. Tenemos que empezar a fantasear con que la vida
 no es para los jóvenes, la vida es para mí.”
La especialista en terapia sexual Ana Pérez recomienda: “Utilizar 
lubricantes a base de agua, conectar emociones con prácticas sexuales 
nuevas, evitar las inhibiciones y el miedo, potenciar emociones 
positivas… es muy fácil conseguir una sexualidad sana y sin problemas 
con la orientación de los mejores profesionales.”
La psicóloga y sexóloga Rosa Collado aconseja: “Hay que aceptarse. Ya
 no se es tan joven y la persona puede informarse sobre sus propios 
cambios y cómo estos afectan a su desempeño sexual, potenciándolo en 
lugar de inhibirlo. No hay que exigirse el mismo ímpetu de hace veinte 
años. Ralentizar el proceso y vivirlo sin prisas, disfrutar cada 
caricia, también es importante, así como hablar de lo que le pasa sin 
tabús y no avergonzarse de lo que siente. Poder expresar y pedir ayuda, 
ser claro y conciso en lo que se quiere recibir y en cómo darlo a otro 
en la práctica de la intimidad, tener una actitud positiva hacia la 
conducta sexual, ajustar expectativas y dejarse de idealizaciones (no 
hay una fórmula mágica, hay que adaptarse y flexibilizar en cada 
situación), alegrarse por sentir placer y poder compartirlo,…”
El sexo es uno de los mayores placeres de la vida, que aporta tanto felicidad como bienestar físico, y no entiende de edades.
Muy rico tema!!!felicitaciones!!
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