miércoles, 19 de julio de 2017

¿TIENES GRANDES EXPECTATIVAS? PUES AHUYENTAS TU FELICIDAD.


¿Quién no ha soñado de pequeño cómo sería su vida de adulto? ¿Quién no ha fantaseado cuando ha iniciado una relación? ¿Quién no se ha echado cuentas cuando encontró trabajo? ¿Quién no ha pensado en lo que ocurrirá en esa primera cita?... y así, tantas y tantas otras posibilidades como de capacidad creativa disponga tu mente.
Una expectativa es la idea esperanzadora sobre algo y su ocurrencia. Obviamente es una ilusión fuera de nuestro control, aunque la mente -en su confabulación- cree a ciencia cierta y sin discusión aparente en su certeza.
Las expectativas son una fuente de desilusión y decepción. A veces somos tan poco conscientes de la irrealidad de lo que pensamos que va a ocurrir que, en la medida que se cambia el plan, nos hundimos literalmente.
A diario el entorno publicitario nos bombardea constantemente sobre la búsqueda de la felicidad recurrente y lo que uno ha de ser, pensar, hacer, tener, sentir para conseguir ser esa persona feliz. 

Imagina tal fuente de frustración si no llegas a los parámetros diseñados desde esa ilusión que coincide poco con la realidad y que lleva asociada cantidad de comparaciones odiosas que te llevan a detestar tu vida porque lo que debería ser de una forma está ocurriendo diferente (ni mejor ni peor, solo diferente).
¿Te has parado a pensar qué manantial de sufrimiento sin fin?
Una cosa es que nos planteemos objetivos que nos motiven e inciten a buscar y dar con aquello que deseamos y otra cosa es hacernos un patrón detallado de cómo va a ser ese proceso donde no puede fallar ni una sola de las piezas porque el puzzle se desencaja y entramos en nuestro propio bucle de desilusión. 
¡Qué maravilloso proceso el de aprender a vivir con uno mismo, reconociendo las posibilidades y limitaciones y haciendo de las expectativas sueños realistas y viables!
Las expectativas que esperamos ocurran como deberían acontecer, acaban cubriendo y tapando cómo son las cosas en realidad y bloquean nuestro entender y nuestra habilidad para adaptarnos a los cambios.
Las expectativas pueden ser creencias rígidas sobre nosotros, los demás, el futuro... Si son rígidas también puede que nos afecten  excesivamente y deterioren nuestra posibilidad de disfrutar con lo cotidiano, lo diario y lo palpable. 
Entrenarnos en tolerancia a la frustración , discrepar y dudar de aquello en que se discrepa, cuestionándonos la veracidad de lo que pensamos y que nos relaciona con el entorno, aumentará nuestra flexibilidad ante los avatares y cambios en la vida, unos pequeños e insignificantes y otros de contextos más complicados.
Lo que está por venir escapa a nuestro control y no nos queda más que aprender a manejarnos en esa incertidumbre sana. Si anticipas de forma generalizada, acostumbra a dejar de esperar lo mejor o lo peor. Deja que aquello que escapa a tu control y depende poco de ti también pueda sorprenderte.
Ajustar nuestras expectativas y hacerlas realistas, nos ayudará a que cuando soñemos y volemos alto también sepamos aterrizar y, si puede ser hacerlo preferiblemente sin que sean los dientes lo primero que nos llevemos por delante, dejando nuestra sonrisa hueca.

 "Cuando las expectativas de uno son reducidas a cero, uno realmente aprecia todo lo que tiene".
Stephen Hawking.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres dejar aquí tu opinión?

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...