lunes, 30 de marzo de 2020

14. Crónicas de un encierro involuntario.

14.

El valor de tener tiempo


Desde hace diez días estoy en casa saliendo lo justo, solo para pasear a mi perra Tera y a comprar comida, y solo si es necesario. Pero de esta situación me he propuesto sacar cosas positivas porque soy una mujer afortunada de estar donde estoy, de vivir donde vivo, de tener lo que tengo.

El confinamiento lo estoy pasando en casa, en un piso cómodo, cálido, con todo lo que te hace una vida cómoda. Así que, aunque me toque estar encerrada, reconozco que teniendo todo lo que tengo, no me voy a quejar. Hace poco, en enero, estuve en Lima (Perú), desarrollando proyectos sociales en uno de los barrios más pobres de esta ciudad. Los amigos y amigas que dejé están también confinados y puedo asegurar que sus casas no son como la mía. No tienen todas las comodidades que tengo yo, que tenemos la gran mayoría de españoles. Pienso mucho en estos amigos y amiga Limeñas y hablo casi a diario por WhatsApp, y pienso lo que sería estar en viviendas como las suyas, y pienso que eso sí sería duro…así que sí, dentro de lo que supone no poder salir, me siento afortunada por poder estar donde estoy. Por ello, agradezco tener lo que tengo, estar donde estoy, tener tiempo para hablar con ellos, y para ir diseñando nuevos proyectos  para implementar allí el año que viene.
A mis 51 años siempre me he sentido una persona bastante libre.
He decidido lo que he querido hacer en cada momento, ahora con el tiempo me doy cuenta que hay cosas que me hubiera gustado hacer y no hice, pero en general creo que pocas, porque he escuchado al corazón y me he dejado llevar, y me siento afortunada. Nunca pensé que en mi vida me tocaría vivir una historia como esta. La libertad, la libre circulación, decidir si entrar o salir, lo he tenido siempre, y nunca pensé que en algún momento iba a dejar de tenerlo. Por ello, estos días estoy reflexionando mucho sobre lo que supone para un ser humano no tener esto, y a través de estos pensamientos conecto con las personas que no son libres, que nunca lo han sido; con las que no tienen capacidad para decidir si entrar o salir, porque alguien se lo está prohibiendo. Y esto, me está haciendo más fuerte, estoy cada vez más convencida de que parte de mi vida la voy a dedicar a ayudar a mujeres para que sean libres, libres de verdad, que sientan su poder y que pueden ser generadoras de energía imparable, como vengo haciendo desde el 2014. Ahora tengo tiempo para reorganizar nuevas propuestas, poner al día el blog www.musicoterapiaforlife.com, o leer sobre violencia de género y musicoterapia.

Así que este tiempo en el que no puedo salir, estoy aprovechando para hacer cosas que requieren tiempo y no siempre lo tengo. Por ejemplo, en pleno curso leer literatura. A veces es difícil porque doy clase y me toca leer sobre materias específicas y trabajos de alumnos. Ahora además de esto me da tiempo a leer libros de literatura. Acabo de leer el último libro de Almudena Grandes: La madre de Frankenstein. Totalmente recomendable, y ya tengo preparado el de “Inés y la alegría” de la misma autora. Tengo tiempo para leer libros y esto para mi es ya un respiro importante.

Otra cosa curiosa ha sido que he hablado con gente que llevaba sin hablar. ¿Por qué? Pues porque con la excusa de que preguntan o preguntan cómo va todo, se reinician conversaciones que se habían quedado aplazadas. Así que, pienso que si no hubiera sido por esto, igual hubiera pasado otro año sin retomar conversaciones que han acabado siendo fantásticas. Y esto sirve también para la familia. Estoy teniendo tiempo para hablar con ellos. Escuchar música, poner al día mi web (www.musicoterapiaforlife.com), escribir, organizar espacios de la casa, papeles, son cosas para las que estoy teniendo tiempo, que de no ser así, no lo hubiera encontrado, porque a menudo aplazo lo que no es urgente.

Así, que sí, entiendo que nos cueste estar en casa por “imperativo legal o sanitario” y por supuesto mi mayor respeto a quien está enfermo o ha muerto por este virus,  pero no quiero quedarme con la queja, con lo negativo, con lo mal que estamos. Quiero pensar que le podemos sacar partido. Que de esta circunstancia pueden surgir cosas positivas, y podemos aprovecharla incluso para generar nuevas redes, nuevas formas de trabajo, nuevos proyectos, nuevas formas de vivir, que puedan ser mejores, que nos puedan llevar a una mayor conexión y solidaridad.
“Carpe diem y vivamos”.

Empar

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