miércoles, 18 de julio de 2012

De la belleza efímera...


"Cada día Ingrid se levanta, no sin antes remolonear entre las sábanas. Cada día, con los ojos entornados pasa por delante del espejo sin mirarse. A veces, se convierte en su propia imagen extraña. Mirándose desde el otro lado del espejo, asomando su cara sin encontrarse con su mirada. Cabizbaja y sin sonrisa, abre el grifo de la ducha y deja que salga el agua. Remojándose, espera que ese líquido transparente dignifique su cuerpo. Se da jabón rápido. No está demasiado tiempo. No le gusta mirarse desnuda. Cada mañana, se aumenta su cadera, su abdomen y su piel flácida. Cada mañana, con cada mirada y gesto. Desaprueba su cuerpo y cada mañana maldice su grasa. Ingrid no comerá hoy. Se siente gorda, fea y pesada. Ayer fue a comprarse un bikini y llegó a casa llorando y desesperada. Todo le marca, está pequeño o le desagrada. Renuncia. Solo la báscula es su aliada, aunque cada día le insulta y critica por su pereza y su desgana para ser estricta en su vida diaria".


¿Cuántas mujeres como ella se levantan cada mañana exigiéndose el cuerpo que no tienen? ¿Cuántas mujeres cada día dejan de amarse por que no cumplen con la "belleza" exigida socialmente? ¿Cuántas niñas aprenden de estas mujeres?
Cada mujer es diferente y maravillosa. El culto al cuerpo ha hecho que muchas de ellas pierdan su sensibilidad femenina y su espíritu seductor solo porque no están perfectas. Se ven pequeñas arrugas, se observan pequeños acúmulos de grasa, se martirizan con cada gramo que les sobra convirtiendo en una obsesión devastadora el sentimiento de rechazo por no llegar a ser lo que otros esperan de ellas.
Una realidad cada vez más fuerte y cada vez más superficial sobre la vida, el cuerpo, la belleza y la mente. Se llenan de frivolidades estúpidas esperando cumplir expectativas, dejando de lado lo más hermoso que habita en ese cuerpo, su interior. Muchas mujeres se levantan cada mañana mirando el espejo sin mirarse a los ojos.
Mírate cada mañana aceptando lo que ves. Mírate y háblate diciendo que te amas y aceptas tal y como eres. Mira a través de esos ojos en el espejo dentro de tí. Di, cada mañana, que hoy vas a tratarte bien, a hablarte sin juicios, a dejar de criticarte porque tienes arrugas o has subido de peso, a amarte sin condiciones, a reir, a intentar ser feliz, a sentirte seductora y bonita, a ver con los ojos de la realidad y no con los ojos de la intolerancia y el desprecio.
Ámate, por que cuando te amas el mundo te sonríe y tú dejas atrás un cuerpo maldito para convertirlo en un templo sagrado.
Ámate, por que amarse eleva la autoestima y hace que tu vida sea la que tú quieres. Ámate, por que amándote como eres, dejarás que se vea tu belleza interior y esto... es lo más hermoso que tienes.

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