miércoles, 9 de septiembre de 2015

"La ruptura de Celia" (Relato de Esaú Alonso Elizo). El síndrome del corazón roto.


Al entrar en aquella habitación repleta de silencio, Celia se encontró con sus ojos tras un cristal. Miraban tan fijamente, con tal profundidad, que ella fue capaz de leer en sus pupilas todas esos textos que, como cada noche, él había estado escribiendo años atrás.
Ese día, él vestía un pantalón desconocido para todos. Incluso para ella. Y una camisa nueva, recién planchada, dejaba a la vista unas manos de terciopelo que seguían buscándola sin remedio, a tenor de la marca violácea de lo que debió de ser su anillo de compromiso.

Nadie entraba. Ni salía. Y era porque, ciertamente, no había nadie. Tanto así, que ella decidió cerrar la puerta y mantenerse en pie.
- Hoy quería desnudarme para ti -sentenció nerviosa-. ¿Me lo permites?
Lentamente, Celia dejó su bolso en el suelo. Tras quitarse el abrigo, desabrochó el pantalón y se bajó de sus zapatos de tacón. Y una blusa cayó fulminada al suelo justo después de los botones que la sujetaban, mientras un sujetador muerto, inerte, quedaba prendido de una silla, tan distorsionado como el momento.
Él, sin tan siquiera pestañear, observaba tranquilo.
- Una vez me diste tu vida. Otras me abrasaste, y otras muchas me pediste, a tu forma, que nos desnudásemos para bañarnos en una bendición que siempre se tornaba llanto. Ahora quiero darte mi alma, porque siento que es tuya.

Las lágrimas de Celia, sin hacer ruido, caían al suelo al mismo tiempo que sus rodillas. Pero él ni se inmutaba. Ni un gesto. Ni una mueca. A pesar de su profundo anhelo, no encontraba la forma de consolarla...
- ¿Sabes? Creo entender ahora lo que significaban tus palabras. A veces nuestro niño herido, ese que todos llevamos dentro, no nos deja ver más allá de nuestros miedos. Ahora creo saber lo que significa llegar tarde. 

Pero nadie respondió. 

Cuando la puerta crujió de nuevo, un fular de caricias, con rostro de madre, cayó de entre unos brazos huesudos para cubrir aquel cuerpo blanquecino.
- ¿Pero por qué no dice nada? ¿Por qué?
- Él ya no puede hacerlo, Celia. -contestó la mujer-. Su corazón ha dejado de latir. 



Esaú Alonso Elizo
* * * 

¿Alguna vez has oído hablar del síndrome del corazón roto? ¿Cuánto puede afectarnos el desamor? 
Cuando alguien a quien amas te dice no y te sientes tan rechazado que el corazón te duele, te duele tanto... mientras se agrieta hecho trocitos de cristal helado. 
Cuando alguien sale de tu lado y una relación acaba, a veces, bruscamente y tras muchos años dejando un pecho vacío y viudo y, otras, de menor duración pero de intensidad elevada.
Cuando esto ocurre, aparece la tristeza que inunda el cuerpo, invadiendo terrenos que no le corresponden, sin posibilidad de que sea remediado.
¿Sabías que la causa de estas sensaciones y el porqué del desamor tiene una explicación científica?
Cuando el corazón se "rompe" se debe a que hay
una vivencia emocional tan estresante que choca con la realidad (estrés crónico, muerte o ruptura de la pareja por ejemplo) y es cuando el cuerpo genera una cantidad enorme de adrenalina, metanefrina y serotonina, que causa una conmoción real en el corazón, similar al dolor que se produce durante un síndrome coronario agudo aunque de consecuencias menos graves: dolor en el pecho muy fuerte como una especie de quemazón y falta aliento.
A esta condición se le llama el síndrome del corazón roto o miocardiopatía de Takotsubo.
Aunque pueda parecer bastante doloroso (y de hecho lo es), da esperanza saber que tiene solución tanto física como emocional y parece ser que la sintomatología asociada pasa en unas semanas (Sí, parece mucho tiempo... aunque, piensa que sería mucho peor meses o años o que no pasara).
El dolor es la forma en la que muchas veces el cerebro responde a los problemas para intentar recuperarse lo antes posible.
Claro, esto no ocurre sin una fuerte depresión. En principio nos ayuda a no sentir ni vivir plenamente, más que nada, para poder eliminar un poco del dolor del momento y, así, superar la sensación de pérdida y aislamiento de forma gradual y lo más rápidamente posible.
El dolor del rechazo o del vacío de la separación emocional puede sonar dramático dicho de este modo, pero es  muy real.
El amor tiene etapas (Te remito en este enlace al artículo: "Las fases del Amor") y, por supuesto, también las tiene el desamor. A través de estos estadios, el cerebro va regulando el estado depresivo y los sentimientos que le acompañan, ayudándose del tiempo como elemento para reducir la intensidad de los sentimientos y ayudar al cuerpo a regularse de forma natural ante la pérdida o el rechazo.
Como estamos hablando de depresión (Te remito en este enlace al artículo: "Cómo superar una ruptura emocional"), no nos queda más remedio que superar la negación, la negociación, la ira, la tristeza y llegar a la aceptación de la situación nueva, donde integramos nuevos caminos y rehacemos la vida.
Por todo esto, dejar que un corazón roto te invalide, quitándote cualquier motivación por hacer alguna cosa agradable en el día a día, impidiéndote vivir tu vida... es un error que, si dejamos que asuma el control, pagaremos caras sus consecuencias.
Cuando permitimos que determinados estados afectivos asuman nuestra vida, decidimos que sean ellos los que asuman las decisiones y, a lo peor, no están objetivando gran parte de la información que te ayudará a tomar decisiones más activas, aunque te cueste ponerte a ello.
Así que, aunque te suponga todo un mundo, mueve tu trasero, sal a la calle, camina por un parque, imprégnate del verde de los árboles, llama a algún amigo o ser querido y habla, no dejes de alimentarte adecuadamente -aunque ello suponga que tripliques el tiempo invertido en hacerlo, tomando la mitad de lo que te alimentaria habitualmente-, fuérzate a hacer actividades que te gusten -aunque ya no te apetecen- porque a fuerza de entregarnos a nuestras aficciones, volvemos a descubrir cuánto nos gustan. Deja que las cosas pequeñas de la vida sigan apareciendo cada día y permítete expresar tus emociones -aquellas que no te gustan tanto, también-. 
Permite lo agradable y eso te ayudará a que el tránsito hasta recuperar tu corazón roto, sea muchísimo más llevadero.
No creas que cualquier otra persona lo pasará por ti, incluso aunque lo intente, tu dolor será tuyo. Así, que aprende todo lo que puedas de esta etapa porque, aunque dolorosa, te hará mucho más fuerte.
Y recuerda lo mejor, solo dura unas semanas...


"¿Sabe lo mejor de los corazones rotos? Que sólo pueden romperse de verdad una vez. Lo demás son rasguños". 
Carlos Ruiz Zafón.

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