miércoles, 31 de octubre de 2012

LA MADUREZ AFECTIVA EN PAREJA

En un post anterior, hablé de cómo lograr la madurez afectiva y en este, voy a intentar adentrarme un poco más en la madurez (o en su falta) afectiva y sus consecuencias cuando se está en pareja.

En psicología se define la madurez emocional como la capacidad de aceptar a las personas y las cosas tal y como son. La madurez es algo que vamos consiguiendo a través de vivir. Las experiencias que vamos adquiriendo desde nuestra más tierna infancia y la forma en que nuestros padres nos educaron, es lo que ha ido dando forma a nuestro carácter y al desarrollo más o menos adecuado de nuestra inteligencia emocional.

La madurez es el cúmulo de experiencias que  acumulamos cuando se nos permite expresarnos, luchar por nuestros ideales, aceptar las frustraciones, los fracasos, conocer nuestras emociones y reacciones... Sin embargo, cuando somos educados en la sobreprotección y el mimo, por exceso, y la pasividad, la rigidez de normas, la inflexibilidad de ideas o la carencia afectiva, por defecto, se aprende a vivir con un bajo nivel de independencia ("me solucionan todos los problemas, deciden por mi, me dicen qué pensar, me juzgan o limitan el afecto si pienso diferente, me refuerzan agradar constantemente y ser débil...") o un gran estrés (agresiones a su autoestima, a su validez personal y a sus derechos). Estas situaciones hacen que cuando la persona se desarrolle, no haya elaborado e integrado una buena madurez emocional, es decir, una inteligencia emocional adaptativa y sana.

Cuando esta situación no es subsanada, esa falta de madurez también se manifestará de muchos modos al establecer una relación afectiva o de pareja, generando mucho sufrimiento. Ejemplo de este tipo de manifestaciones pueden ser los celos (inseguridad respecto a uno mismo y su pareja), a veces extremadamente obsesivos que lleva a la persona a querer controlar todo en el otro, convirtiéndose en su posesión y generando actitudes asfixiantes y poco soportables. En su afán de control puede llegar a tal punto que esa persona, que tanto dice quererte, comienza a decirte cómo debes vivir, cuestionando cada cosa que haces. Este tipo de exigencias ahogan el amor y acaba produciéndose el temido final, el otro deja la relación.

Cuando una persona no se conoce lo suficiente, se acostumbra a vivir de un modo y cree que todos deben vivir de esa manera. Cuando esta persona comparte su vida con alguien, se proyecta en esa relación el nivel de autoconocimiento que tiene de ella misma y ahí es donde se evidencia nuestra madurez emocional.

Si tengo un bajo autoconcepto, llevaré eso a la relación. La baja autoestima y el pobre autoconcepto se revelan a través de la desconfianza, niveles de exigencia ridículos, imposiciones de pensamiento o conductas, en el otro (cuando el otro es exactamente otro, es decir, una persona diferente). Esta dominación rompe la relación y genera distancia y frialdad emocional.

A veces, estas personas se comportan de forma egoísta, siempre quieren tener la razón o dominar a otros y, así, se manifiestan todas sus carencias. Cuando se ama a alguien, se ama por lo que es, no por lo que te gustaría que fuese o crees que debería ser (expectativas erróneas). Hay que dejar espacio, dejar libre, dejar ser. Promover lo que la pareja es y procurar su realización personal, es la forma de tratar a la persona que se ama. Morir por asfixia emocional es una muerte lenta pero segura. Cuando te das cuenta, ya se ha perdido la relación.

Otra forma de mostrar inmadurez emocional es cuando la pareja no funciona y al romperla, se comienza a hablar mal del otro y deshonrarle o maltratarle frente a los demás con la información íntima de que se dispone cuando era su pareja. Cuando en una relación de pareja somos incapaces de mantener los sentimientos de amor o el interés a largo plazo, se puede hablar también de inmadurez emocional. Para desarrollarla en este caso, es importante que definamos con exactitud lo que queremos de verdad, siendo honestos con nosotros mismos y auténticos con nosotros y nuestros sentimientos. Atreverse a un nivel mayor de compromiso, esfuerzo y fidelidad. Esta es la mínima garantía para la felicidad en pareja.

Cuando uno es inmaduro emocionalmente, tiene dificultades para afrontar el sufrimiento ante el dolor, la frustración ante la pérdida o la incertidumbre ante el futuro. El inmaduro tiene un bajo autocontrol de sus estados emocionales experimentados (ira, impotencia, rabia, temor, inseguridad...) aunque puede tener un gran control y éxito en su vida profesional.

La inmadurez emocional lleva a la dependencia, pensando que esa pareja te aportará aquello que tú crees que no puedes darte por ti mismo. Se piensa en el verdadero amor como el que da amor, sin importar lo que uno o los dos puedan sentir. Se deja de vivir la interdependencia, un proyecto de vida que cubra las necesidades de cada miembro de la pareja sin anularlas. Así, si las cosas no son como me gustaría que fueran, me da rabia. Hay que tolerar la frustración de que no siempre podemos obtener lo que esperamos.  Implica saber perder y aceptar con resignación cuando no hay nada que hacer.

Cuando las expectativas sobre la relación de pareja están mal planteadas, puede dar al traste con una relación que bien podría ser estable. Tiene que ver con la frustración que se vive en pareja y con la culpa que se termina asociando al otro como fuente de dolor y sufrimiento.

Saber definir expectativas realistas nos pone delante de la cruda realidad. El otro deja de ser el Príncipe Azul que llenará mi existencia de felicidad, ni ella es la Princesa a la que salvar que colmará de amor y atenciones mi vida. Creer en la magia que aportará el otro a mi vida, es generar falsas expectativas que al no corresponder con la realidad, la llenarán de desdicha y tristeza.

Hay que manejar la impulsividad del enamoramiento, que mantiene la ilusión a través de la intensidad emocional y condena a través de la irracionalidad de sus expectativas. Creer que tener novia, o casarse dará valor y respeto, o felicidad o seguridad y estabilidad es ilusorio y frustrante.

El maduro emocional elabora duelos. Procesa las pérdidas y las acepta (mejor o peor) y comprende que la vida no gira a su alrededor. Cuando se idealiza la relación como algo permanente y seguro, como las personas y los sentimientos no cambiasen, se está percibiendo la relación de forma poco madura. Se cree en la imposibilidad de que el amor no sea para toda la vida, pero para conseguir que sea así, hay que trabajar en la relación día a día y ni siquiera eso es una garantía de seguridad. La única seguridad es amar pensando en el hoy.

Al sentir amor y  respeto por el otro, se aprecian las diferencias complementarias y se ven desde un todo más integrado. Cada miembro de la pareja es distinto y tendrá diferentes grados de madurez emocional. Estas diferencias dependerán de cómo cada uno resuelve sus propios problemas y cómo lo hace en pareja. Llegar a la madurez en pareja es conseguir un estado de equilibrio que requiere un trabajo constante. Tiempo y dedicación que recompensan con dosis de felicidad, estabilidad y confianza que potencian el mantenimiento de sólidos pilares en la pareja. Por tanto, la madurez afectiva en pareja contará con las siguientes características:
  • Respeto por el otro aún en sus diferencias y en todos los sentidos.
  • Buena comunicación, sin malas interpretaciones.
  • Proyectos en común que ayuden a construir la realidad de la pareja.
  • Amor en mayúsculas y en grandes cantidades.
  • Capacidad de formar una familia, si así se decide, y comprometerse con ella en corresponsabilidad.
  • Posibilidad de poder tener cada uno su espacio individual y respetarlo.
  • Sinceridad mutua.
  • Capacidad de resolver los conflictos.
  • Apoyo incondicional.
  • Interés en las necesidades del otro.

 “El crecimiento de la pareja no se basa en dos medias naranjas que se necesitan, sino en dos naranjas enteras que se relacionan desde su plena singularidad”. 
Ramayat    

3 comentarios:

  1. Hola Rosa, espero que estés bien. Deduzco de lo que dices en tu post que al final todo es un reflejo de lo que nos decimos a nosotros mismos y de lo que en el fondo creemos que merecemos. Lo que obtenemos en las relaciones es la consecuencia lógica de lo que los individuos piensan, sobre todo de lo que piensan de sí mismos, ¿no te parece?. Un saludo.

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  2. Muchas gracias por tus buenos deseos Javi. Como dices, los pensamientos juegan un papel muy importante en el autoconocimiento y autoevaluación de uno mismo. Este autoconocimiento viene a través de muchas experiencias que hemos ido añadiendo a nuestra historia personal. En este proceso pensamos muchasa cosas, de nosotros y de los demás, de forma más o menos distorsionada. Cuanto más ajustados estén a nuestra realidad, menos duro o excesivamente tolerante será nuestro juicio y más flexible y adaptativa nuestra necesidad de que el afecto provenga en gran medida de los demás.
    Las relaciones son oportunidades para aprender a conocernos mejor y reflejan, de algún modo, aquello que necesitamos pulir de nuestra propia personalidad.
    Otro saludo par ti.

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  3. Una buena opción para los probelmas de pareja puede ser recurrir a los amarres de amor ya que son efectivos y no dañan a nadie

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