jueves, 6 de junio de 2013

EL CHANTAJE EMOCIONAL: EL ARTE QUE GENERA CULPA


Cuando escuchas mensajes como: "Si me quisieras, no lo harías"; "Ahora como tienes novio, ya no te importan tus amigas"; "Un hijo nunca le hace eso a una madre"; "Puedes pedir los días que necesites, aunque ya sabes que hay mucha gente queriendo trabajar"; "Con todo lo que he hecho por ti y ahora tú..."; "Si no eres capaz de comprometerte, mejor será conocer a otras personas";  "Solo quiero lo mejor para los dos"; "Si me amas, vendrías a vivir conmigo"; "Ya no hace falta que vengas, ya voy yo sola"... 
¿Qué te ocurre? ¿Te disculpas, razonas y explicas demasiado, lloras, suplicas, cedes, cambias tus planes...?
El chantaje emocional es una forma de manipulación, por lo general, bastante extendida en su uso y que lleva implícito algún tipo de amenaza, castigo o culpa, ejecutada por otros en caso de no seguir sus indicaciones.
Esta forma de manipulación puede ser tanto inconsciente como voluntaria y no necesariamente se asocia a personas egoístas.
El  ¿para qué se usa? es otra historia... 
Generalmente el chantajista emocional sabe cuánto valoramos la relación que mantenemos con él. Normalmente se trata de una relación cercana donde nuestras intimidades son conocidas y tanto nuestros puntos fuertes como débiles son conocidos por el manipulador. Esta persona sabe que queremos su amor y sentirnos aprobados por ella
y, al usar el chantaje emocional, puede amenazar con privarnos de alguna de estas cosas o incluso intentar que nos sintamos poco merecedores de ello.
El chantajista manipula a través de la presión que ejerce sobre el manipulado. De forma sutil, el manipulado se cuestiona personalmente sobre la responsabilidad de sus actos, distorsionando la realidad a favor del otro, aunque percibiendo la incoherencia del trato que recibe.
El chantaje emocional es un plan de control que aporta una falsa seguridad. Es un mecanismo de defensa ante el sufrimiento y una forma de manifestar disconformidad y no aceptar al otro, exigiendo, así, satisfacer sus necesidades propias. El chantajista es temeroso e inseguro (aunque externamente no lo parezca) y te necesita para sentirse seguro cuando, ante cualquiera de sus demandas, obtiene una respuesta inmediata por tu parte. 
Ese control se consigue a través de los sentimientos y, lo que le aporta es esa falsa seguridad.
Cuando cedemos al chantaje estamos pagando un precio muy elevado. Lo que dice o hace el chantajista se convierte en un sentimiento que nos genera inestabilidad, avergonzándonos o sintiéndonos sumamente culpables. 
Queremos plantar cara a la situación y decir No pero dudamos de nuestra capacidad  para manifestar nuestras propias creencias y las necesidades del otro y, de este modo, volvemos a caer en la trampa. Dejamos de confiar en nosotros mismos, se reduce nuestra autoestima y nuestra habilidad para reconocer lo que queremos y determinar nuestra conducta en determinadas situaciones.
El chantajista utiliza la palabra pero también una determinada actitud. El silencio, determinados gestos, expresiones, una conducta defensiva de victimismo o reproche, amenazas con algún tipo de consecuencia perniciosa si no se cede... son algunos de los ejemplos, todo ello con el objetivo de obligar a otros o generar culpa en caso de que no cumplan con las expectativas propias.
El efecto es devastador: inseguridad, confusión, culpabilidad, miedo, autocrítica y autocastigo. Encerrados en un callejón sin salida. Haga lo que haga el manipulado, se sentirá mal por ello. Por acceder a los deseos del otro, por no hacer frente de forma asertiva a esas peticiones.
La solución es: dejar de sentirse responsable de tener que cubrir las necesidades de otras personas y aprender a poner los límites claros y firmes a este tipo de manipulaciones, aunque nos pese y nos cueste, respetándonos y confiando en nosotros mismos.
Otra solución es verbalizar de forma explícita el chantaje y confrontarlo con el manipulador: "No me queda muy claro lo que me dices. Por una parte, parece que me animas a que salga con mis amigas y, por otra,  siento que te enfadas si cruzo la puerta y me voy. Quiero hablar de esta situación".
Si no damos nuestro consentimiento al chantaje, el chantajista se vuelve inoperativo.

Aquí se resumen los síntomas del chantaje emocional:
  • Exigencia: Se inicia como una sugerencia lo que acaba siendo una demanda obligatoria. No expresan de forma clara lo que quieren y dan rodeos esperando que tú adivines lo que necesitan. Cuando no es así, se evidencia rápidamente que tiene muy claro lo que quiere y no va a cambiar de idea.
  • Baja empatia: Cuando no haces lo que el chantajista quiere, no va a tener la menor intención de entender tus sentimientos ante tu negativa y se iniciará un juego de presión para que cambies de idea. Al principio parecerá que quiere entender tu posición pero, en la medida en que sigamos la conversación, se convertirá en un monólogo donde se explican -con tono sobreprotector- todas las bondades positivas de la demanda.
  • Etiquetación / ataque: Cuando los buenos modos no funcionan, se sube un grado la presión para conseguir lo que se desea del otro, desvalorizándole como persona o marcando exageradamente su egoísmo o egocentrismo.
  • Seducción / victimismo: Otra forma más de ejercer un grado mayor de presión es a través de la conquista a través de lo maravilloso que va a ser el futuro con esa persona (si haces lo que te pide) y si tú lo estás negando es que no quieres ser feliz y limitas las posibilidades de los dos. Entonces el manipulador se siente dolido y defraudado adoptando, entonces, esa actitud de víctima que te hace sentir tan culpable.
  • Amenazas: Cuando todo esto no funciona empieza el acoso a través del castigo (físico o psicológico). Se amenaza con el futuro desdichado, con el sufrimiento infringido, con el dolor que no podrá soportar y le llevará a cometer cualquier error insalvable, con la posibilidad de la ruptura, de la pérdida y la soledad... Si terminas obedeciendo al chantajista, te encontrarás haciendo aquello que en principio te hacia sentir incómodo. Habrás bajado tu resistencia y permitirás aquello que no deseas con certeza.
  • Repetición: Una vez el miedo a las amenazas y la presión haya dejado paso al alivio de ceder a los deseos del otro, el chantajista aprende que presionando consigue lo que desea y el chantajeado aprende que cediendo alivia su miedo y culpa y recupera la calma y la estabilidad. Se ha iniciado el esquema reiterativo del síndrome del chantaje emocional. Así, se repetirá cada vez que el chantajista emocional tema no obtener lo que desea y, de este modo, su atención se fijará en conseguir el objetivo, en centrarse en el resultado deseado, imposibilitándose a percibir cómo nos afectan sus actuaciones.
¿Qué te hace vulnerable?:

- La necesidad de aprobación por parte delos demás.
- Miedo al conflicto con otros o a que otros estén mal y mucha carga emocional por pensar que somos malas personas y sentirnos culpables por ello.
- Una necesidad de asumir mucha responsabilidad, la tuya y la de otros que no te corresponde.
- Falta de autoestima en nosotros mismos, sintiéndonos inseguros por no valorarnos con todas nuestras posibilidades.
- Falta de asertividad para defender tus ideas o pedir tus necesidades.
- Falta de poner límites claros al chantajista para respetarnos y valorarnos.
- Exceso de autocrítica.
- Poca capacidad de perdonarte.

Recuerda que: Aquello que te hace vulnerable es el indicador de lo que puedes trabajar para fortalecerte. El aprendizaje está ahí. Solo hay que decidir elegir para tu vida aquello que deseas que esté y hacerlo.

1 comentario:

  1. Si haces un manual pero de papel del chantajista casi que mejor, de momento esto va a la papelera para mi.

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