miércoles, 26 de junio de 2013

SE ME ACABAN LOS RECURSOS PARA DARTE ÁNIMOS... (Qué hacer con las personas que viven angustiadas viendo la parte negativa de las cosas).


En muchas ocasiones, cuando vemos a un familiar, amigo o compañero de trabajo sumido en sus pensamientos, manipulado por sus emociones y hundido en la más profunda de las miserias, surge nuestro yo  más generoso, usurpador del rol salvador. Un yo empático con el dolor ajeno y responsable de su bienestar. Ante el sufrimiento (que puede ser las quejas constantes que emiten otros), la melancolía, el desánimo o el lamento herido, se inicia en nosotros una transformación interna -mezcla del Freud y la madre Teresa de Calcuta que todos llevamos dentro- con el único fin de animar al desmotivado y  desalentado ser.
Con la mejor de las intenciones, creemos ingenuamente que podemos cambiar ese estado de ánimo y tanta negatividad. Nos ponemos a tales menesteres, escuchando pacientemente (muchas veces, tragándonos una y otra vez una serie de pesquisas infumables sobre todo lo malo de sus vidas y que, por cierto, no piensan cambiar), alentando sin fin, desmontando y explicando con múltiples ejemplos muchas de la adversidades vividas y experiencias catastrofistas y dramáticas, desgastándonos en cada "no es así por...", "no te das cuenta que...", "tu vida (pareja, trabajo, hijo, amistades, ocio, sexo...) es maravillosa por..."
¿Alguna vez te ha sucedido intentar animar a alguien que ha decidido vivir en la negatividad constante? ¿Has intentado todo lo posible desde tu punto de vista y te desinflaste en el intento? ¿Te agotaste y volviste a caer en las redes de la negatividad de otros?
Muchas veces, la persona negativa solo necesita un "contenedor de basura emocional" y tú pareces ser, desde la generosidad sin límites que profesas a tus semejantes, el recipiente perfecto.
A las personas negativas crónicas se les viene llamando tóxicas porque contaminan a quien tocan, a quien entra en relación con ellos, a quien cree que su fortaleza no le hace vulnerable. Cuando entras a explicar su dolor, se retroalimenta llenándolo de sucesos y horrores sobre sí mismo sin manera de enfocarse en lo positivo, intensificando cada vez más el sentimiento negativo vivido. La tendencia es a hablar de generalidades, de abstracciones y a no concretar.
Un momento de silencio tras esa escucha puede finalizar con un magnífico: ¿A qué te refieres cuando me dices... dame un ejemplo? ¿Y qué piensas hacer ahora? ¿En qué puedo ayudarte? Damos apoyo no responsabilidad en la decisiones de otros.
Nuestra tendencia es buscar las soluciones que el otro necesita, probablemente negadas o rechazadas sin ni siquiera probarlas o devolviéndotelas con un manipulador "No me entiendes", que lleva a que sigas estrujándote tu creativo cerebro para aportar soluciones que otro no va a elegir (recuerda que darte ese gusto, sería romper con su queja y ponerse a hacer algo productivo, independientemente del resultado... y eso, no siempre  es lo que uno desea, porque si funciona, ya no tendría tu atención ni tu contención).
La negatividad es un hábito. Aunque tú te enfoques en lo positivo, solo se verá la parte quejosa o injusta de la situación. Esto es complicado de cambiar, sobre todo, si la persona no es consciente del beneficio secundario que le da el uso indiscriminado de esta actitud ante la vida. Y mucho más complicado cuando siendo consciente, no tiene intención alguna de modificarlo (pidiendo ayuda cuando no sabe salir de esa espiral negativa en la que se ha metido y ha afianzado con sus decisiones a lo largo del tiempo). 
Intentar involucrarte en el cambio de estas personas negativas solo te aportará quebraderos de cabeza, desesperación y un montón de frustraciones, además de una sobrecarga emocional importante que también te impedirá estar más centrado en otros ámbitos de tu vida. 
Asentir con lo que dice sin corroborar la información o poner límites claros a tal descarga distorsionada de la realidad, también te ayudará a proteger tu integridad emocional.
Cuando el negativo es alguien muy cercano a nosotros, a veces es difícil escapar de su compañía, pero seguro que en muchas ocasiones te alivia un poco el poner distancia física o intentar espaciar los encuentros.
Es absurdo tirar piedras y esperar recoger flores (el negativo espera que este efecto se produzca como una señal inequívoca del amor de los demás y el reconocimiento de sus necesidades, porque además, se "merece" tu atención y tu amor de forma incondicional, es decir, haga lo que haga... Nada más lejos de la realidad. El negativo es responsable, igual que tú, de las consecuencias de las decisiones que elige y la actitud pesimista es una decisión).
Lo más seguro es que hagas lo que hagas sea criticable. Si lo hace con todo lo demás, probablemente esa actitud  también la tenga contigo, a pesar de tu loable pretensión inicial de ayuda.
Antes de convertirte en un sólido muro de lamentaciones, define también cómo quieres estar cuando estás con esa persona. Enfócate en lo positivo de la relación con ella y pon límite a la descarga. Escuha lo que te dice y confronta lo que no esté reflejando la realidad sin entrar a ver quién tiene razón. Cuando ya te ha dicho tres veces la misma queja y no hace nada por modificarla, pídele que deje de hacerlo hasta que plantee una solución y la ponga en práctica y si sigue en las mismas, puedes informarle  que sí sigue con lo mismo no le vas a escuchar. Intenta no entrar a sus argumentaciones más allá de lo sostenible y protege tu espacio con firmeza.
Hay algo que te define positivamente en toda esta trama, tu capacidad y decisión de ayudar a otros que lo están pasando mal. Es una virtud en ti, aunque, es interesante diferenciar lo puntual de lo sistemático. Ahí es donde vamos a decidir con claridad nuestra intervención y hasta dónde deseamos llegar, ya que sabemos de antemano que las personas no cambian si no desean cambiar.
Somos seres amorosos con ganas de ayudar a otros. Perfecto. Y no nos olvidemos que para ayudar es esencial amarnos a nosotros mismos y respetar nuestros derechos personales para que otros no invadan alegremente nuestro espacio psicológico.
Amamos a los demás cuando les damos parte de nuestro tiempo. Las personas negativas demandan mucho amor solo que la forma de pedirlo es errónea y, al final, consiguen todo lo contrario. Nosotros podemos amar poniendo límites, aunque la situación nos genere culpabilidad en un principio.
Si la persona es consciente podemos animarle a que busque ayuda terapéutica y sea un profesional quien se encargue de desmontar esa actitud poco favorable para su bien y el de las personas con las que se relaciona y, así, opte por nuevos esquemas de conducta que le ayuden a aumentar su calidad de vida, explicitando sus necesidades afectivas de un modo más saludable.
Y no te olvides de mantenerte en la positividad afrontando estas relaciones de forma asertiva y respetándote. Cuando se terminan los recursos para dar ánimo es momento de preguntarnos si la persona que los recibe realmente los desea y si no quiere cambiar, hay que dejar que también asuma esa responsabilidad y sea consciente de las consecuencias que genera, animándole para que salga de ellas desde nuestra actitud optimista ante la vida.

"El pesimismo, cuando te acostumbras a él, es tan agradable como el optimismo"
Arnold Bennet

3 comentarios:

  1. Me ha encantado leer esto Rosa; he sentido una gran empatía ya que ahora mismo estoy en esa situación con una amiga. Un abrazo cariñet

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    1. Hola Míguel! Cierto que aún queriendo mucho a algunas personas, a veces, se hace difícil acompañarles. Hay una diferencia entre un estado puntual, ya que una etapa dura la puede tener cualquiera, y un estado crónico. Si este es el caso, también hay que saber poner distancia o límites (dentro del afecto que le podamos profesar a esta persona) y cuidar nuestro propio estado emocional, para no perder excesivas energías en intentos frustrados continuados. Otro abrazo para ti!

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  2. Y cuándo son personas que pierden a un ser querido?

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