martes, 14 de abril de 2020

30. Crónicas de un encierro involuntario.

30.

Día 16 de marzo 2020

Día 16. Día que pongo la radio como todos los días, pues me gusta mucho saber todo lo que comunican y, ya que soy bastante mayor, pues me voy informando de todo lo que pasa a diario. Así es que ya estoy viendo lo que está ocurriendo con el coronavirus y ya me voy poniendo en guardia, viendo que esto no es cualquier virus y el problema que vamos a tener, con enfermedades, cambio de vida de los jóvenes, de las personas en su forma de vida, de los negocios, de las empresas, por no decir muchas más cosas.
Cada día que pasa, me va resultando mucho más difícil.
La política está muy dividida y esto no es bueno para la situación en la que nos encontramos. Nos ha venido de sorpresa. Tan fuerte y con las arcas vacías...
Voy a decir cómo están mis sentimientos y cómo lo estoy afrontando. Los días primeros parecía no creer lo que estaba ocurriendo. Te levantas pensando que es un sueño y que no es verdad, pero una vez empiezas el día, ya quieres que las cosas se vayan poniendo en su sitio, pensando en los hijos y nietos, qué porvenir les espera y, sobre todo,  la vida tan distinta que tienen que llevar en una larga temporada.
Todos los días mis hijos me traen la comida y es muy doloroso ver cómo se quedan en la puerta. Y tan cerca, no les puedo ni dar un beso.
El otro día vinieron mi nieto y mi nieta. Llegaron a la puerta a traerme la compra y no les pude dar un abrazo y me quedo tan mal, que me paso un buen rato llorando hasta que me pasa un poco.
Ya empiezo, para pasar las horas que se hacen muy largas, pero al final del día me faltan horas para hacer muchas cosas, por ejemplo, hacer unas mascarillas por la mañana y por la tarde hago pan, cocino. Otros días hago buñuelos y gimnasia "de pasillo" y un poco de  pilates.
Van transcurriendo los días, esperando que este virus maldito frene, pero se ve que es muy fuerte. Así es que van pasando los días y te vas haciendo a la idea que va para largo. Me preocupa mucho todas las personas que han estado muy enfermas, las personas que ya estaban en situación complicada de supervivencia.
¿Cómo lo estarán pasando?
Tengo setenta y siete años, a punto de cumplir los setenta y ocho, y en toda mi vida yo no he conocido -gracias a Dios- ni pasar hambre ni tener enfermedades complicadas. Así es que le doy gracias a Dios por poder tener un poco de salud y afrontar este momento bastante difícil.
Pero en esto estoy, haciendo lo posible. A mis hijos y nietos les digo que estoy optimista, dentro de lo que cabe. Que pasará y será como un mal sueño.
Esto pasará.
El cielo es azul, 
y el sol brilla más...

Justa

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